Me preguntan algunas personas si es verdad que vienen meses difíciles. La respuesta es que probablemente sí. La inflación ha escalado por encima de los diez puntos y los precios se han disparado, especialmente en las islas periféricas donde los sobrecostes amenazan con estrangularnos.
En estos momentos Canarias está en una buena situación. El turismo se ha recuperado y el comercio ha reactivado sus ventas y estamos a la cabeza del país. Gran parte de ese milagro se debe al dinero que se dedicó a salvar a las empresas en los momentos de mayor dificultad: nada menos que 1.144 millones de euros del Estado. Pero no vivimos solos. Las islas, más que ningún otro territorio, dependen de sus mercados naturales que están en Europa. Y es allí donde las cosas pintan mal.
Si se producen cortes en el suministro de gas o de combustibles alternativos en los países de la Unión Europea, incluyendo a España, el otoño se puede complicar mucho. Y eso puede afectar al turismo hacia las islas. Pocas familias se meten en gastos extraordinarios en escenarios de incertidumbre. Y si se produce un corte brusco en la recuperación del sector, que hemos comenzado hace muy poco, se volverá a dañar el empleo, el comercio y la industria que dependen de él.
Sé que no hay que ser pesimistas, pero no me gusta engañar a nadie. Este mes se van a subir los tipos de interés del Banco Central Europeo (entre un cuarto y medio punto). ¿Saben lo que significa eso? Que el dinero se pondrá más caro. Una mala noticia para los que tengan créditos o hipotecas que dependan de los intereses del mercado. Pero esta es una de las medidas más importantes para empezar a combatir la inflación que se está comiendo la capacidad adquisitiva de los salarios.
Todo el mundo tiene su vista puesta en la crisis de las materias primas, en la guerra, en la inflación… Y es normal que sea así. Pero estoy completamente seguro que aunque vuelvan algunos meses malos, la recuperación que hemos empezado va a continuar. Canarias tiene una economía que se resiente muy rápido en las adversidades, pero que se recupera igual de rápido cuando las cosas mejoran.
Lo único que lamento es que una de las viejas aspiraciones de Agrupación Socialista Gomera no se haya podido cumplir. La cantidad de calamidades que hemos padecido nos ha impedido exigir uno de los grandes cambios que queremos para Canarias: un plan de transformación de la administración pública de nuestra Comunidad. Es fundamental que el Gobierno elabore una propuesta para simplificar y aclarar las leyes y para eliminar conflictos entre administraciones. Y que incorpore a la función pública criterios de productividad.
En nuestras administraciones no sobra nadie. Pero ahora, que se van a estabilizar miles de trabajadores en abuso de temporalidad, la Comunidad Autónoma tiene que empezar a trasladar los incrementos retributivos a quienes más y mejor trabajan, penalizando a quienes menos producen. Ser empleado público no es una lotería para toda la vida, es una alta responsabilidad que se debe corresponder con una retribución digna y con la mayor exigencia profesional.
Esa gran reforma no se ha hecho. Queda pendiente para un inmediato futuro. Pero es tan importante que, por sí sola, puede constituir la diferencia entre el éxito y el fracaso de nuestra sociedad.
Desde aquí a final de legislatura a la ASG le queda, sin embargo, un proyecto político fundamental. Uno que por sí solo justificaría nuestra existencia como partido político. Queremos impulsar un proyecto de reforma fiscal —que está elaborando— para que las Islas Verdes, al igual que Ceuta y Melilla, tengan una rebaja en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y en los impuestos del llamado “bloque canario”. Estamos hablando de la manera más simple y directa de combatir el despoblamiento e incentivar la residencia en las islas menos habitadas. Y la mejor forma compensar los sobrecostos de la doble insularidad.
Estoy completamente seguro de que en la defensa de este proyecto solidario no estaremos solos.