Las tormentas se anuncian con los truenos. En estos días se empiezan a escuchar declaraciones de autoridades europeas y expertos economistas que no presagian nada bueno. El presidente Macrón ha dicho que vienen tiempos de grandes sacrificios. Y no es el único. Toda la eurozona se está preparando para combatir un invierno especialmente duro y un recorte en el suministro de gas ruso del que dependen muchos países para combatir el frío y para abastecer los sectores industriales.
¿Todo esto que anuncia para nosotros? Nada bueno. La locomotora alemana está frenando y tras ella seguirán otras economías como la española, que ya está corrigiendo a la baja las previsiones de crecimiento del PIB. Lo que vemos, pues, son nubes de tormenta intensamente negras que anuncian lluvias sobre mojado, porque no hay que olvidar que venimos de unos años terribles.
Para una tierra como Canarias, altamente dependiente del turismo, las expectativas son preocupantes. Si se produce una nueva crisis económica en el continente es bastante posible que volvamos a padecer recortes en un turismo que estos meses se ha comportado de forma extraordinariamente buena. El encarecimiento de los combustibles y por lo tanto, de los precios del transporte, y los efectos de la inflación desbocada, nos vuelven a colocar en el peor escenario que podíamos haber imaginado.
Una lección que debemos extraer de esta coyuntura es que debemos aumentar nuestra soberanía energética. Tenemos que seguir remando para que Canarias, que cuenta con los mejores recursos naturales para obtener energía de fuentes renovables, sea capaz de sustituir los combustibles derivados de los hidrocarburos por esas nuevas alternativas limpias.
La naturaleza nos ha dado una fuente de riqueza que no hemos sabido aprovechar. En La Gomera hemos puesto en marcha cinco parques eólicos que dentro de no demasiado tiempo podrán abastecer las necesidades energéticas de nuestra isla. Y es imperativo que el resto de Canarias impulse esa transición energética, que supondrá reducir nuestra dependencia del exterior y, además, minimizar el impacto de la contaminación en nuestro medio ambiente.
La profunda crisis que vivimos con la pandemia nos enseñó las duras consecuencias de la desaparición del turismo en todos los sectores económicos de las islas. Sin embargo, los expertos aseguran que no vamos hacia el mismo escenario. Cabe esperar que muchos europeos sigan manteniendo sus planes para escapar del invierno y busquen un clima como el de Canarias, que es un destino consolidado en esa temporada. Ahora mismo resulta imposible calcularlo con certeza, porque todo depende del alcance de la crisis económica, si es que finalmente se produce.
Lo que sí podemos hacer y debemos hacer, especialmente desde las administraciones públicas, es prepararnos responsablemente para estas incertidumbres. Es oportuno que hayamos empezado una campaña de ahorro energético. Además, en estos años difíciles, gracias a las políticas expansivas de gasto, hemos podido impulsar los servicios públicos y hemos ayudado a quienes se encontraban en peores condiciones.
Frente a lo que algunos afirman, no estamos en las peores condiciones. Antes bien, la sociedad y la economía de Canarias han demostrado una enorme capacidad de reacción. En muy pocos meses las islas se han recuperado y sus sectores productivos han vuelto a funcionar a pleno rendimiento, creando nuevamente empleo y actividad, y demostrando la agilidad del modelo canario al que tantas críticas se le hacen.
Estoy seguro de que, aunque vuelvan malos tiempos, nosotros seremos capaces de capear el temporal. Esta vez no hablamos de un cero turístico, sino de una pérdida de visitantes que ahora mismo nadie es capaz de calcular. Así pues, durante un tiempo, tendremos que hacer más con menos, en la confianza de que la coyuntura mejorará. Porque ya sabemos, por experiencia, que primero llueve y luego escampa.