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Una lección que aprender

La noticia política de la semana ha sido el debate, en el Senado, entre los dos principales líderes políticos de España. Cada uno tendrá su opinión y yo, naturalmente, también. Como en el caso de algunas frutas, después de quitar la áspera cáscara de las descalificaciones y los desentendimientos, la sensación que me queda es que se acercan muy malos tiempos y que el Gobierno de España, que hace lo que puede, no va a poder enfrentar algunas consecuencias que desbordan la capacidad de reacción de nuestros país.

Pedro Sánchez ha anunciado medidas de bonificación fiscal destinadas a impedir el efecto destructor de la crisis energética y la inflación en las empresas estratégicas, en los transportes, en el precio de la luz o en el consumo. A los 20 céntimos con los que se está subvencionando el litro de combustible se suman las subvenciones al transporte de viajeros, la rebaja del IVA de la electricidad del 21% al 5% o la excepción ibérica que le ha puesto tope al precio del gas, entre otras. Todas estas decisiones han sido o serán un alivio para una gran parte de la sociedad. Pero incluso el presidente es consciente de que probablemente no van a ser suficientes.

En La Gomera también hemos tomado medidas.  Sabemos de la importancia del transporte como elemento de cohesión territorial. Por este motivo, desde 2019 hemos bonificado a los colectivos de mayores, personas en exclusión social y desempleados, que pueden viajar en todas sus rutas a coste cero. Pero, además, desde el pasado 1 de septiembre, cualquier ciudadano residente sólo paga cinco euros al mes para viajar durante treinta días a cualquier punto de la red de GuaguaGomera.

El presidente Sánchez habló, con preocupación y realismo, de que se acercan las nubes negras de una tormenta imprevisible. Lo mismo que escribí la pasada semana: “Las tormentas se  anuncian con los truenos. En estos días se empiezan a escuchar declaraciones de autoridades europeas y expertos economistas que no presagian nada bueno”. No es extraño que todos coincidamos en el mismo análisis porque los indicadores no permiten pensar en otra cosa. Las excepcionales medidas económicas que se están tomando, la crisis energética que se va a producir este invierno en Europa por el corte del suministro del gas ruso y los efectos añadidos de la inflación hace temer que nos esperan meses profundamente malos. Una situación imprevista que nos sorprenderá extremadamente debilitados, porque aún estábamos en el principio de la recuperación de la crisis económica causada por la pandemia.

Las administraciones públicas en Canarias estamos obligadas a fortalecer nuestros planes para responder otra vez al reto de ayudar a quienes peor lo pueden pasar con un nuevo enfriamiento económico. Los fondos europeos que llegan a España y a las islas y la mayor participación del Archipiélago en los fondos estatales que se destinan a las autonomías (este año llegarán a la cifra récord de 124.000 millones) nos permitirán mantener y mejorar servicios públicos esenciales para la población.

Pero sobre todo, y esta es la moraleja a la que quería llegar, esto que nos ocurre debe hacernos pensar en el tiempo perdido. En el gran error que se ha cometido por no haber transitado firmemente hacia una transformación energética. Si hubiéramos hecho la tarea, hoy tendríamos  soberanía energética y mayor competitividad en nuestros sectores productivos. Nos habría permitido obtener recursos ilimitados, baratos y no contaminantes, del sol y del viento de nuestras islas. Porque el mayor yacimiento de Canarias está en las renovables.

Esta es, tal vez, la mayor lección que deberíamos sacar de estos tiempos de dificultades.

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