Hay sueños enormes como montañas y sueños más pequeños y modestos. Hay personas que sueñan con cambiar el mundo —“he tenido un sueño” dijo Luther King— y otras que sueñan solamente con cambiar su mundo. Pero todos los sueños, grandes o pequeños, están conformados con un mismo material, hecho de ilusiones y esperanzas de algo mejor.
Canarias tiene mucho más que un sueño: tiene el propósito y la determinación de transformar radicalmente la manera en que obtiene energía. Deseamos enterrar el siglo XX del humo y las máquinas y saludar al siglo XXI de la luz y el aire. Queremos, en unas pocas décadas, dejar de contaminar el medio ambiente. Pretendemos dejar de emitir dióxido de carbono que envenena el aire, depurar todas las aguas que vertemos al mar y convertirnos en un archipiélago ejemplar en su relación con el medio ambiente y la naturaleza.
La isla de La Gomera trabaja en una estrategia resiliente y sostenible que avanza en esa misma dirección. Dentro de no mucho tiempo el viento que recorre nuestros valles y montes, atrapado por las grandes aspas de los aerogeneradores, se convertirá en energía. Y con esa energía alumbraremos nuestras noches, haremos nuestras comidas, mantendremos nuestros negocios y haremos funcionar la economía de la isla. Que nuestros vehículos sean eléctricos no solo nos traerá silencio y limpieza, nos permitirá dejar de comprar combustibles derivados del petróleo, que nos empobrecen a todos con sobreprecios que estamos hartos de soportar y contaminan el aire de nuestros montes y playas.
Para poder hacer posible ese futuro es necesario afrontar un enorme trabajo, que no está exento de dificultades. Disponer de la energía que necesitamos para ser independientes del abastecimiento exterior y obtener energía ilimitada, limpia y enormemente barata, exige que no solo necesitemos instalar aerogeneradores y placas fotovoltaicas. Ese es solo el primer paso, aunque tal vez sea el más importante.
Existen días en los que no sopla el viento y por las noches no hay luz del sol. Así pues, también debemos pensar e invertir en sistemas que nos permitan almacenar los excedentes de energía cuando no la necesitemos y guardarla para ser utilizada en los momentos de mayor demanda. La isla de Gran Canaria ya está ejecutando una central hidroeléctrica reversible con una inversión de más de cuatrocientos millones de euros que podrá almacenar más de 3,2 gigavatios, la mitad de todo el consumo de esa isla. En La Gomera y otros lugares de Canarias se está estudiando la posibilidad del almacenamiento en sistemas de modernas baterías, a través del hidrógeno verde o también con proyectos de elevación de agua.
Además de todo ello, será necesario disponer de una amplia red de puntos de suministro de electricidad para el tráfico público y privado, convertir los techos de nuestros edificios y las marquesinas en sistemas de captación de energía solar, transformar cada rincón de nuestra isla para una nueva realidad y una nueva cultura de hacer las cosas.
Tengo un sueño, que comparto con muchos de mis conciudadanos. El sueño de que La Gomera sea la primera isla totalmente descarbonizada. La primera isla ecosostenible, capaz de funcionar sin dejar huella en el medio ambiente Un lugar totalmente adaptado al medio ambiente y la naturaleza que es nuestro mejor patrimonio y nuestra mayor riqueza.
Ese sueño está más cerca que nunca de hacerse realidad. Ya tenemos en marcha la creación de cinco parques eólicos (más dos que están en trámite). Hemos impulsado instalaciones de captación de energía solar. Y estamos preparando un ambicioso plan para la mejora, el tratamiento y la valorización de los residuos que produce la isla, para que la basura sea también útil y aprovechable. Además de una estrategia para la economía circular del agua, la movilidad sostenible y la digitalización.
En un tiempo, que espero sea corto, habremos dado un paso de gigante para hacer que el sueño de una Gomera resiliente, verde, próspera y moderna, sea realidad.