Esta pasada semana, en el Parlamento de Canarias, se ha celebrado un debate para cerrar la legislatura. Como las urnas están a tres meses vista, los partidos políticos están más preocupados por las elecciones inmediatas que por la realidad. Es un mal que nos afecta a todos y es una compulsión inevitable de los procesos electorales.
Pero hay evidencias que son difíciles de negar. Y una de ellas es que Canarias ha vivido unos tiempos extraordinarios, unas calamidades enormes, y que los partidos del Gobierno han estado a la altura de esos retos. El despliegue de recursos que se ha realizado para potenciar la ayuda a los más desfavorecidos no ha tenido parangón en nuestras islas.
Me he quedado con la sensación de que hemos desaprovechado una ocasión para hablar realmente de los problemas de Canarias, que siguen estando ahí, sin resolver, pasando de gobierno a gobierno. Problemas estructurales que no se pueden arreglar por una administración determinada, sino que demandan el acuerdo de toda la sociedad de nuestro Archipiélago.
A pesar de las adversidades que hemos enfrentado, Canarias está hoy en buen rumbo. Nuestra economía, y especialmente el Turismo, que es su principal motor, ha vuelto a funcionar a pleno rendimiento. Se ha creado una cifra de empleo histórica y nuestro PIB se recupera. Pero eso no puede ocultar que seguimos teniendo bajos salarios y una ineficiente redistribución de la riqueza que no se puede arreglar solamente a través de la acción social de las administraciones.
No hemos vivido unos años fáciles. Canarias aún se estaba recuperando del batacazo que nos dimos en el año 2008 con la crisis económica universal, la mayor desde la de comienzos del siglo pasado, cuando nos llegó una segunda ola. El coronavirus se cargó el comercio mundial y hundió el turismo. Es un milagro que hoy estemos funcionando como si no hubiera pasado nada gracias a la política de ayudas públicas y a la capacidad que tiene nuestra sociedad para caerse y volverse a levantar.
Pero los altos indicadores de pobreza en Canarias siguen siendo una lacra que no hemos logrado quitarnos de encima. El Gobierno ha hecho un enorme esfuerzo para aumentar las ayudas y para llegar a más gente. Y las organizaciones del tercer sector están haciendo un trabajo admirable. Pero ese esfuerzo, necesario, no es lo que nos va a curar de la enfermedad de la pobreza. Lo que tenemos que hacer no solo es repartir pescado para que la gente pueda comer, sino repartir cañas para que puedan pescar. Tenemos que procurar que las personas vivan de un trabajo digno y que los emprendedores pongan en marcha empresas capaces de crear empleo y producir riqueza para todos.
Canarias necesita crear riqueza y repartirla bien. El presupuesto público sostiene los servicios del estado del bienestar y proyecta inversiones que estimulan la economía y el desarrollo. Pero lo que produce riqueza social es que la gente tenga un trabajo digno y bien remunerado. Que los autónomos y las pymes tengan cada día más volumen de negocio y más trabajadores. Que los emprendedores lleven a cabo nuevos proyectos y que tengan éxito.
Nuestra tierra necesita una profunda transformación. Necesita que nos pongamos a pensar colectivamente en las decisiones que tenemos que tomar para cambiar lo que no funciona. Y eso no puede ser tarea exclusiva de ningún gobierno, sino de todos los que representamos a los ciudadanos en todos los ámbitos de la sociedad.
En este Archipiélago hay demasiado centralismo institucional, demasiada concentración de poder y recursos en unos pocos sitios. Hay una desigual distribución de la población como producto de un desequilibrio económico y de oportunidades. No puede haber canarios de primera y de segunda. Tenemos una burocracia que hay que reformar en profundidad simplificando los procedimientos y facilitando la vida y la actividad de los ciudadanos. Y todo esto son tareas que exceden de una legislatura y que requieren un gran pacto.
La revolución energética que ha planteado este Gobierno, con el impulso decidido a la implantación de nuevas energías renovables, nos dará independencia energética, nos hará contaminar menos, protegerá nuestro medio ambiente y creará nuevos puestos de trabajo. Será un cambio fundamental. Pero, además, necesitamos nuevos sectores productivos que aporten riqueza, empleo y estabilidad. De todo esto se habló poco esta semana pasada. Y es una pena. Porque tenemos la necesidad de construir una nueva Canarias sostenible, de ciudadanos iguales en derechos y en oportunidades.