Si algo nunca debemos perder de vista es el respeto, un valor gomero y universal que forjaron y nos inculcaron nuestros antepasados. Valores como el fundamento, el respeto para poder ganarse la vida en un medio que no se los ponía nada fácil; el respeto hacia sus vecinos y vecinas que eran quienes ayudaban en las fatigas, hacia sus familias y, el respeto por el prójimo y sus desgracias.
Y esto me recuerda a varias anécdotas de cuando era niño, sobre todo reconozco que me encantaba “funchar” a mi abuela Lalia (DEP) “tirándole de la lengua”. Ella, con su mirada profunda y penetrante y su tono de voz me decía “¡Respeta!”. Anécdotas de trastadas de niños…Y es que con el tiempo entendí que con esa frase que me decía mi abuela, estaba mostrándome el significado de lo que era, es y debe ser, el respeto.
El respeto es un valor humano que en nuestros tiempos se está diluyendo como los propios valores en la sociedad posmoderna en la que vivimos. Podemos tener nuestras creencias religiosas o no tenerlas; podemos ser de un equipo de fútbol o de otro; incluso podemos tener ideologías políticas diametralmente opuestas; pero el respeto es fundamental y nunca se puede faltar.
Y es que el respeto no debe confundirse con temor, ni con relajación; el respeto se define a sí mismo porque a pesar de que no compartas ideas, respetas a la persona que las expresa por sus argumentos o por afecto o simplemente, lo haces porque lo tienes hacer.; porque la persona vista de manera distinta, la respetas por lo que pueda llegar a representar a o ser. El respeto es inherente a la educación personal y social de las personas y su convivencia en la sociedad.
Pensemos que quienes deben dar un mejor ejemplo de dignidad, honorabilidad y respeto deben ser los representantes públicos. Esto no significa que no puedan tener su vida privada, pero la línea roja es el respeto.
En La Gomera hemos visto como el respeto se ha mancillado, se ha manoseado para convertirlo en miedo o en el peor de los casos, en temor infundido. Ahora que estamos inmersos en un proceso electoral, hemos visto cómo la maquinaria de aquellos que “gobiernan” (no confundamos gobernar con mandar) las riendas de la isla, han sometido a toda clase de presiones, llamadas y un largo etcétera de acciones que han traspasado con total impunidad esa línea roja de la que hablábamos, el respeto. Porque quiénes son irrespetuosos son aquellos que no cumplen con los mandatos del pueblo y confunden, ejercicio de la autoridad, con poder. Patrimonializan como propios hechos religiosos para anunciar carteles de fiestas, cuando la legislación electoral lo impide y, lo más grave es que utilizan el veneno a través de los medios para eso, faltar el respeto. No respetan las propias normas de la convivencia social ni siquiera las reglas más básicas de la democracia representativa.
Formo, al igual que muchas compañeras y compañeros, parte de un partido pequeño pero grande en ideales y valores, Iniciativa por La Gomera (IxLG). Respeto a todas las personas que se nos acercan para intercambiar pareceres y opiniones, pero también a aquellas que no lo quieren hacer. Respeto a los que queremos lo mejor para nuestro municipio y nuestra isla. Respeto a toda esa gente valiente que confía en nuestro proyecto político y lo acompañan, poniendo la cara en donde saben, que de una manera u otra, serán señalados. La valentía es honorable donde el miedo se impone.
Sabemos lo que significan las faltas de respeto por aquellos que se dicen gobernantes; conocemos sus mañas, sus formas; pero tenga claro, que ni compartimos, ni toleramos las faltas de respeto. Hemos ejercido durante estos años nuestro ejercicio democrático de oposición y fiscalización, y por supuesto de proposición, por eso mismo, por respeto a quiénes depositaron confianza en nosotras y nosotros.
Se acerca la campaña electoral, las promesas, las ilusiones, los proyectos…, pero debemos ser conscientes de que la empresa más importante que requieren nuestros tiempos y nuestros gobernantes es el ejercicio del respeto. Por eso, esa frase de mi abuela sigue estando muy presente: ¡Respeta!