El diseño de los presupuestos de Canarias para el próximo año se produce en un contexto de enorme incertidumbre. Nadie sabe qué va a ocurrir el año 2024. El escenario del control presupuestario impuesto por Europa, que quiere un aterrizaje suave en las viejas reglas de contención del gasto público, se ve agravado por las negociaciones para conformar una nueva mayoría que apoye al Gobierno, con las exigencias que pondrán sobre la mesa Cataluña y el País Vasco. Y eso puede afectar a la reforma del Sistema de Financiación Autonómica, caducado ya desde hace mucho tiempo. Malas noticias para las comunidades que reciben rentas del Estado.
Aún está por ver el papel que tendrá Canarias en los presupuestos estatales, pero nada hace pensar que ocurra otra cosa que lo que ya es tradición. La Administración Central no ha cumplido nunca con los preceptos de la Ley de Régimen Económico y Fiscal. Las inversiones territorializadas en las islas han estado históricamente por debajo de la media estatal y solo se arreglan cuando se computan las partidas atribuidas al REF que son para compensar la insularidad y la lejanía y que, también según las leyes, no deben ser tenidas en cuenta a la hora de establecer las inversiones ordinarias en Canarias.
Pero no todos los errores vienen de fuera. El Gobierno de Canarias, este y todos los que han sido, no se ha convencido aún de la necesidad de corregir los desequilibrios existentes entre los ciudadanos de las islas. La superpoblación en las dos grandes áreas metropolitanas y en las islas capitalinas ha provocado, a su vez y como consecuencia lógica, una concentración de las infraestructuras sanitarias, educativas y de comunicación. El reparto de las sedes institucionales en ambas capitales, por razones exclusivamente políticas, se olvidó del resto de las islas, a excepción de La Palma, sede de la Diputación del Común. Así que el dibujo de Canarias favorece un círculo perverso donde los recursos se acumulan en donde hay más población lo que a su vez produce cada vez mayor demanda de recursos. El cuento de nunca acabar.
A lo largo de los últimos años, Agrupación Socialista Gomera ha lanzado un grito de alerta ante la despoblación y el envejecimiento que se está produciendo en las Islas Verdes y ante el fenómeno inverso, la crisis poblacional sufrida en Fuerteventura y Lanzarote donde, al calor del desarrollo turístico, se ha producido un incremento poblacional que no se corresponde con las infraestructuras existentes. Canarias necesita una comprensión cabal de su realidad diferente, actuando allí donde se necesita de la manera en que se necesita.
Los próximos presupuestos del Gobierno de Canarias superarán los once mil millones de euros de los que una gran parte se destinarán a los servicios públicos del Estado del Bienestar. Es lógico que sea así. Pero no se puede perder de vista que para tener recursos suficientes en el reparto de la riqueza a través de servicios públicos es menester que exista una economía productiva capaz de generar esos recursos. La previsión de una fuerte contención del gasto público estatal, de recortes en las políticas europeas, de tipos altos y de inflación contenida pero que no está lejos de desaparecer, hace que para los canarios se abra un ejercicio difícil. Mucho más para aquellos que viven en islas donde se padece una doble insularidad y los costos de la vida son aún mayores.
La única manera de paliar estas deficiencias es transformando radicalmente la economía de nuestras islas, buscando nuevas fuentes de riqueza complementarias del turismo y descentralizando y agilizando la administración autonómica. Si ya es preocupante que la brecha entre la España rica y la pobre haya aumentado después de un periodo de largas crisis, lo es más el desplome de la renta de los canarios con respecto a la media europea y el crecimiento de las bolsas de pobreza en el Archipiélago.
La visión que se tiene de las islas en Madrid es enormemente equivocada. No somos, ni de lejos, un paraíso. Pero la que se tiene en Canarias de las islas llamadas menores no está menos errada. Si queremos cambiar los desequilibrios de Canarias hay que empezar la tarea ya. Máxime cuando las dificultades de financiación y gasto público que van a empezar el próximo año perjudicarán más a quien más debilidades tienen.