España tiene ya un nuevo gobierno. Y más allá de las polémicas en que ha llegado envuelto, por las exigencias del independentismo catalán, es una buena noticia que hayamos regresado a la normalidad democrática. Los términos de la Ley de Amnistía van a ser objeto de un debate jurídico y ya veremos cuál es el pronunciamiento del Poder Judicial, que es uno de los tres pilares en los que se asienta el Estado de Derecho. La polémica ha abandonado las calles, las tertulias y las ruedas de prensa políticas y el debate, esperemos que más sosegado y científico, entrará ahora en el terreno de las instituciones.
Como ya he dicho, como canario me preocupan más los pactos económicos que los políticos. Los pesimistas crónicos llevan anunciando que España se rompe desde que Felipe González llegó al gobierno en 1982, después de un intento de golpe de Estado de los elementos más reaccionarios de este país. Pero a la democracia no la rompieron ni los fachas, ni los atentados terroristas, ni los partidos irresponsables… Todo lo contrario. De cada crisis este país ha salido más fuerte y sus ciudadanos más unidos. Lo que no quiere decir que las cosas hayan ido extraordinariamente bien para todos.
Todo lo contrario. Hay regiones que a lo largo de estos años se han hecho muchísimo más ricas, como el País Vasco, Navarra, Madrid, Cataluña y Baleares, entre otras; mientras que otros territorios han visto descender sus niveles de bienestar en comparación con los más ricos. Hay una España de dos velocidades, de dos niveles de vida, de dos estados de prosperidad. Canarias ha visto aumentar la brecha que separa la renta de sus familias de la media del Estado. Y eso tiene mucho que ver con un sistema ineficaz de reparto de la riqueza entre los territorios del Estado español.
El pacto fiscal con Cataluña afectará al Sistema de Financiación Autonómica, que ya viene tocado del ala. Lo mismo que la quita de la deuda, que tendrá que pagarse por el resto de los ciudadanos españoles. No son los conflictos políticos los que me preocupan, sino los económicos. La previsión es que en los próximos años aumenten los gastos sociales, pero al mismo tiempo se producirá un regreso forzoso a las medidas de austeridad fiscal y de control del déficit, impuesto por Europa. En ese escenario donde cada euro cuenta, los territorios más pobres corren el mayor peligro. Porque las restricciones afectan mucho más a quienes se encuentran en una situación más vulnerable.
La decisión que ha tomado Coalición Canaria, negociando con Madrid acuerdos que garantizan la financiación de las islas, no ha podido ser más afortunada siempre y cuando logremos que se cumpla. Porque la experiencia nos ha demostrado que con Canarias las promesas y los acuerdos se los lleva el viento. Los próximos años no van a ser fáciles como ya nos vienen advirtiendo los expertos. La inflación, ese impuesto silencioso y profundamente injusto, nos ha empobrecido a todos, pero mucho más a los más vulnerables, como es el caso de Canarias. Los sobrecostos que se están padeciendo en el Archipiélago son extraordinarios. Y es el peor momento para que podamos afrontar una crisis del sistema de financiación o un recorte de las transferencias a las autonomías como consecuencia de las políticas de ajuste que va a imponer la Unión Europea para obligar a todos los países miembros al regreso a la disciplina fiscal.
Canarias merece la atención y la comprensión del nuevo gobierno. Para saberlo solo hay que mirar sus indicadores sociales y económicos. Estemos atentos y vigilantes para que así sea.