En la política parece estar demostrado que la mejor manera de que no exista una responsabilidad es que haya una responsabilidad compartida. Cuando un problema es de muchos al final no es de nadie. Si afecta a varias administraciones suele ocurrir que ninguna se hace cargo de la solución y se produce un debate estéril en donde las posibles soluciones se convierten en una pelota, que va rebotando de la una a la otra y de la otra a la una.
Allá por el año 1995, las administraciones canarias terminaron por reconocer la situación de provisionalidad e insuficiencia de las instalaciones portuarias de Los Cristianos, afectadas por un problema de accesos, de imposible solución. Era obvio, ya en aquel momento, que había que buscar un nuevo emplazamiento para la conectividad marítima con las Islas Verdes.
Se buscó la mejor propuesta, la que tuviera la distancia más corta para ahorrar tiempo de navegación y, por tanto, menor contaminación. Y se eligió una ubicación no poblada en la que podrían realizarse los enlaces directos a la Autopista del Sur para llegar al área metropolitana y a las zonas industriales. Así fue como nació Fonsalía, una zona del litoral entre Playa San Juan y Alcalá, siendo el punto más cercano a todos los puertos de las islas verdes: casi igual para la isla del Hierro, mucho más cercano a la isla de La Gomera, y mucho más aún a la isla de La Palma.
Después de casi un cuarto de siglo, el proyecto de Fonsalía ha sido inexplicablemente abandonado a pesar de que Los Cristianos ha llegado a su punto máximo de colapso. El puerto ha duplicado el número de pasajeros, pasando de un millón a dos millones de personas al año, y se ha disparado el movimiento de vehículos que ha subido de 250 mil a casi 600 mil.
No hay, en la actualidad, ninguna solución para la conectividad marítima de las Islas Verdes. La propuesta de obras para solventar el cuello de botella del acceso son un disparate mayúsculo. Su ejecución implica años de obras, parálisis y ruina tanto para los cincuenta mil habitantes de Los Cristianos, una localidad turística, como para las Islas Verdes, que mueven gran parte de su economía a través de las líneas marítimas.
Un año más, el Gobierno de Canarias aprueba un presupuesto en el que no figura ninguna solución al problema del puerto de Los Cristianos. Donde no se contempla ninguna alternativa. Se me dirá que es un asunto que también compete a Puertos del Estado y a la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, al Cabildo de la isla y al propio municipio de Arona. Como les decía al principio, la mejor manera de que un problema no se resuelva es que afecte a varias administraciones.
Mi grupo está en el Parlamento en representación de La Gomera y, por extensión, de las llamadas Islas Verdes. Y no puedo, ni debo, ni quiero dejar en el tintero, al borde de un nuevo año, un asunto que probablemente se trate de la obra pública más importante que puede condicionar la vida y el desarrollo de las tres islas más desfavorecidas de Canarias. No es de justicia que un año más el problema de la conexión marítima con nuestras tres Islas Occidentales siga apartado, como si el problema no existiera. Porque sí existe. Y los gomeros, los palmeros y los herreños lo sufrimos cada día, de cada mes, de cada año.
¿Se ha decidido decir no a Fonsalía? Pues bien: la alternativa tiene que estar en marcha. No se puede demorar ni un minuto más. Y alguien tiene que dibujarla en las prioridades de Canarias. Por lo que respecta a las cuentas ordinarias, tengo que reconocer que este Gobierno ha apostado por mantener y respetar la política de una discriminación positiva a favor de nuestras Islas Verdes donde los sobrecostos de la doble insularidad y la escasa dimensión de sus economías insulares plantean problemas específicos que no se dan en ninguna otra isla de Canarias. Tras años de esfuerzo, de diálogo y de convicción, hemos logrado que haya calado en Canarias una nueva cultura basada en la compensación de la doble insularidad y los sobrecostos que padecemos las islas no capitalinas de Canarias. Y estos presupuestos recogen, sin duda, esa atención especial. Pero seguimos esperando una alternativa a Fonsalía que no llega. Y no lo olvidamos ni por un segundo.