El peor error político que se puede cometer, o al menos uno de los más graves, es confundir las necesidades de hoy con los objetivos de mañana. O lo que es lo mismo, creer que una situación coyuntural se puede extender en el tiempo como una especie de “manera de ser” y de estar. Una sociedad que combate la pobreza no puede quedarse en eso para siempre, porque sería una derrota. El verdadero objetivo de la lucha contra la pobreza es erradicarla. No podemos aceptar que la desigualdad se perpetúe como algo cotidiano y normal en nuestras sociedades. Aprobar ayudas y líneas de actuación para auxiliar a los más vulnerables no es la solución, es el remedio urgente. La verdadera solución es que haya trabajo, prosperidad y una vida digna para todos.
Dicho con otras palabras, el objetivo de La Gomera no es, ni puede ser, perpetuarse en el discurso de la solidaridad interterritorial en Canarias, sino que, antes al contrario, se debe poner las bases para un desarrollo económico que nos permita, andado el tiempo, generar la suficiente riqueza como para atender todas las necesidades de la población residente y contribuir a la caja común de nuestra tierra. Hoy por hoy, los sobrecostes de la doble insularidad y el tamaño de nuestra economía nos impide cumplir esos objetivos. Pero los pasos que vamos dando, desde la transición hacia la soberanía energética basada en fuentes renovables, al avance del turismo sostenible, o el cuidado de una industria local de excelencia, nos dirigen en la dirección adecuada. Una en la que, para avanzar, necesitamos del apoyo de Canarias y España, en materia de logística del transporte y de grandes infraestructuras, que no está en nuestra mano acometer.
De alguna manera, el destino de nuestras islas es el mismo que el de La Gomera. Porque lo que padece nuestra isla en modo superlativo, junto a El Hierro y La Palma, lo padecen también los restantes territorios del Archipiélago: lejanía, insularidad, fragmentación del mercado, sobrecostos… Un largo elenco de hándicaps que han conformado toda una legislación especial, adecuada a la realidad ultraperiférica, en el acervo jurídico de la Unión Europea y el propio Estado español.
La dependencia de Canarias del turismo, como gran sector económico, es ampliamente conocida. La venta de servicios turísticos se ha convertido en la columna vertebral de nuestro Producto Interior Bruto. Pero la segunda fuente de recursos se encuentra en esas políticas de solidaridad que se realizan con las islas y que suponen más de seis mil millones de los presupuestos públicos de la Comunidad. Una parte de los fondos que llegan a las islas no son excepcionales, porque son transferencias que realiza el Estado a Canarias, como a todas las comunidades, para prestar los servicios públicos del bienestar (sanidad, educación, ayudas sociales…) y otros son recursos fiscales que el Estado deja recaudar a las islas para compensar el hecho insular.
El reto de los canarios de hoy es aumentar la riqueza de nuestras islas y conseguir que se distribuya adecuadamente entre todos los ciudadanos. Con más actividad económica habrá mejores salarios, más consumo, más empleo y mayor recaudación fiscal que puede destinarse a sostener unos buenos servicios públicos. Una sociedad más justa se basa en que todas esas premisas funcionen. Cuando hoy se habla del transporte público gratuito, la sanidad gratuita o la educación gratuita, se está falseando la realidad. Nada es gratis. El personal y el material de todos esos servicios cuesta un dinero que pagamos todos. Y por eso es necesario que haya actividad económica, que suban los salarios, que haya consumo y que las cosas funcionen.
Canarias es un modelo de éxito desde el punto de vista económico. Pero tenemos que impulsar un nuevo desarrollo y eso significa que no podemos postergar por más tiempo una serie de decisiones vitales como el estudio del equilibrio poblacional o el desarrollo de nuevas iniciativas económicas. Nuevas actividades en el terreno del comercio internacional, de las nuevas industrias del sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones o en la producción cinematográfica, por citar solo unos ejemplos. Son cosas que empiezan a funcionar de forma incipiente en Canarias. Y es por ahí por donde deben ir los tiros y en donde debemos formar a nuestros jóvenes profesionales de pasado mañana. Mayor riqueza y actividad económica es la única herramienta que nos permitirá erradicar las inaceptables bolsas de exclusión social y pobreza que seguimos padeciendo.