Mi infancia, y la de muchas generaciones de niños y niñas, jóvenes después y ya maduras personas de esta sociedad de la Villa de San Sebastián hoy, se asocia a un patio de un club, a un salón de juegos recreativos, a los maquillajes y disfraz de carnaval de su rondalla, al equipamiento blanco y negro del equipo de fútbol que tuvo en todas las categorías, a las verbenas de la Víspera de San Juan, a las exposiciones y conferencias de las antiguas Fiestas Colombinas (con el 6 de septiembre, día festivo local incluido), a las horas de cine de matiné, a los concursos de disfraz de Piñata del carnaval infantil del pueblo, a la música y bailes de moda de verano que sonaba en su salón para los primeros flirteos de adolescentes, a la Fiesta del Día de Reyes en que, con orgullo, disfrutábamos de nuestros nuevos juguetes, al Baile de Fin de año, a la comida de hermandad, a los refrescos y paparruchas que nos compraban nuestros padres en su cantina, a los ensayos de las comparsas, agrupaciones, que lo representaban en Carnaval cuando ya no hubo rondalla, a las risas, a la diversión, a la familiaridad…a la vida de pueblo, a compartir. A ese San Sebastián que ya dejó de ser, aunque “donde fuego hubo, cenizas quedan”, como reza el proverbio.
Emulando al poeta Machado, la infancia, adolescencia y juventud de los que ya peinamos canas son “recuerdos del patio del Junonia”. Ese club que, este pasado 7 de marzo, cumplió 80 años de vida en un pueblo que hubiera sido otro muy distinto si no hubiera existido, si un grupo de hombres con sus esposas, hermanas y vecinas a la sombra, no hubiera creado este emblema social que es el Círculo Cultural Recreativo y Deportivo Junonia.
En el año 1944, en plena Posguerra y en tiempos muy duros, un grupo de hombres del pueblo, valientes como pocos y humildes como muchos, se decidieron a crear una sociedad en la que pudieran sentirse libres, en un tiempo demasiado duro para quienes militaban en los partidos de izquierdas. Ese lugar se convirtió en el centro de sus vidas y también, como pasó en esos tiempos, una tapadera para gestas tan valientes como encubrir y organizar viajes clandestinos a América o para compartir información política clandestina de partidos como el PSOE.
Todo esto lo sé por los cuentos que mi abuela Liberata me hacía, porque mi abuelo Domingo fue fundador de este club y porque sus hijos Domingo y Pancho fueron Presidente y secretario durante tiempo; y futbolistas, como también lo fue mi padre o mis hermanos, igual que mi madre, mi hermana y yo fuimos componentes de su rondalla…. como muchos vecinos y vecinas más de este pueblo.
Hoy es otro grupo de hombres y mujeres quienes lo capitanean. Gracias por ello y gracias Junonia por existir y por ser parte de nuestras vidas de pueblo.
Leyla Rodríguez (Nieta del fundador Domingo Fernández Febles)