OPINIÓN.- Soy un ciudadano de La Gomera que desde el mes de noviembre aproximadamente tengo la necesidad de tratamiento de Salud Mental, tanto de sicología como de psiquiatría. Por esta razón, agradezco a los responsables de este periódico digital que me permitan dar mi opinión como paciente desde el más profundo de los anonimatos para el lector, de tal forma que así protejo mi identidad en todos los aspectos.
Decía, que desde el mes de noviembre por circunstancias que no vienen al caso, se me remite a los servicios de sicología y psiquiatría del Servicio Canario de Salud en La Gomera. Tengo que reconocer que la decisión del médico de familia en ese momento una vez realizadas las primeras consultas me dio tranquilidad y esperanza de poder salir de manera óptima de una situación que en principio consideré breve pues sin esperarlo lleva ya casi seis meses.
Pasado este tiempo solamente he podido acudir a consulta de sicología una vez y a siquiatría dos. No sé si ese tiempo es prudencial –desde mi punto de vista no lo es– recuerdo que no hace muchos años consultas de este tipo –lo sé por familiares– se llevaban a cabo como mínimo una vez al mes. Ahora incluso me pregunto si este medio año se debe a que no recupero o a que no tengo la atención sanitaria pertinente.
Quiero que se entienda que mi queja transformada en opinión, nada tiene que ver con la política. Es más, considero que un terreno tan delicado como el de la Salud Mental, nunca debería alcanzar ese grado. Por ello, ni doy la razón a los que denuncian las deficiencias del servicio y tampoco a los que con su silencio no ejecutan ni realizan las gestiones necesarias para solventar lo que está sucediendo. En cualquier caso si quiero agradecer cualquier iniciativa que se realice al respecto.
Mientras todo esto pasa con suspensión de consultas incluidas, existe también un tratamiento farmacéutico que en honor a la verdad, no sé ahora mismo si debo seguirlo, si se debe renovar el plan de la receta, sinceramente, no sé siquiera si estoy mejor o peor porque desgraciadamente ya la última que visité alguna de esas dos consultas fue hace más de dos meses por la suspensión de una y por la lista de espera de otra.
Los enfermos mentales en todos sus grados cuentan con el añadido que a su enfermedad se suma la ansiedad de la incertidumbre. Es normalmente una enfermedad que no duele y mucho menos a quien no la tiene. Pero quizá por eso da la impresión de que no importa. Que el olvido de la gestión pública puede producir daños importantes que agravan aunque sea sin dolor la salud del paciente.
Por ello, quizá haciendo un poco de portavoz de las decenas de pacientes que asisten o asistían a estas consultas pido un tremendo favor a quien corresponda, que entiendo que directamente es el Servicio Canario de Salud, que se active la prioridad para la solución de un problema, que no puede encaminarse con siquiatras o sicólogos que no estén fijos en La Gomera, que solamente vengan los fines de semana y que además puede que no sean los mismos en cada ocasión.
A esa incertidumbre a la que anteriormente me refería, se añade la de la incomprensión. El no comprender que estos especialistas son imprescindibles para nuestra salud e incluso para orientar con sus informes a los médicos de familia que nos atienden efectivamente no se comprende como no se comprendería que no exista un traumatólogo o un internista cuando se tiene una dolencia específica de sus respectivas especialidades.
No es de recibo que esto puedo estar sucediendo en La Gomera de 2024. Y desde la humildad y la necesidad, pido –pedimos– que se busque una solución inmediata por parte de las autoridades sanitarias que no pase por interminables reuniones, ni debates que pueden ser fructíferos pero no prácticos.
Es necesario buscar la normalidad en nuestras consultas. Tenemos el derecho de ser atendidos de acuerdo a las necesidades de nuestra propia enfermedad. Muchas gracias
Un paciente