En una jornada electoral marcada por la incertidumbre y la expectativa, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha emergido como la fuerza más votada en las elecciones al Parlamento Vasco este domingo 21 de abril de 2024. Con un escrutinio que ha mantenido en vilo hasta el último momento, el PNV ha conseguido una victoria ajustada, seguido muy de cerca por EH Bildu, consolidando así el panorama de un bipartidismo vasco en ascenso.
En concreto, PNV y EH Bildu han empatado a 27 escaños en las elecciones autonómicas vascas, aunque los jeltzales son la fuerza más votada, mientras que el PSE-EE logra dos escaños más hasta 12 escaños y el PP consigue siete. Por su parte Vox conserva su representante y Sumar entra en el Parlamento.
Con estos resultados, los jeltzales perderían cuatro parlamentarios respecto a hace cuatro años, mientras que EH Bildu consigue seis más. Los socialistas son tercera fuerza con doce escaños (dos más) y el PP consigue siete representantes, uno más que en 2020. Vox se mantiene con su escaño y Sumar entra en el Parlamento con un representante, mientras Elkarrekin Podemos desaparecería de la Cámara vasca. Con estos datos, PNV y PSE-EE podrían reeditar su coalición y lograrían alcanzar la mayoría absoluta (38) ya que la suma de los dos asciende a 39 representantes.
El PSE se erige como la llave del futuro
Los resultados han dejado un Parlamento fragmentado, sin mayorías absolutas, donde el Partido Socialista de Euskadi (PSE) se erige como la llave del futuro gobierno vasco. En un giro que muchos analistas políticos anticipaban, todo apunta a que los socialistas optarán por apoyar al PNV, facilitando la investidura de Imanol Pradeles como lehendakari.
La campaña electoral ha sido atípica, caracterizada por la presencia de candidatos relativamente desconocidos para el gran público, lo que ha generado un clima de debate más centrado en las propuestas y programas que en las figuras políticas. Este factor ha jugado un papel crucial en una sociedad vasca cada vez más exigente y menos influenciada por la notoriedad de los candidatos.
El PNV, bajo la batuta de Pradeles, ha sabido capitalizar el deseo de estabilidad y continuidad, presentando un programa que promete seguir trabajando en la senda del desarrollo económico y social, con especial énfasis en la educación y la sanidad. Por su parte, EH Bildu ha consolidado su posición como la principal fuerza de oposición, defendiendo un cambio más radical en las políticas de vivienda y empleo.
La campaña del PNV ha destacado por su enfoque en la economía verde y la innovación tecnológica, buscando posicionar a Euskadi como un referente en Europa. La promesa de fortalecer la educación y la sanidad, pilares fundamentales de su programa, ha resonado en una población consciente de la importancia de estos servicios para el bienestar colectivo.
Decisivo papel del PSE y batacazo de la derecha
El PSE, consciente de su papel como árbitro del próximo gobierno, ha mantenido una campaña prudente, enfocándose en su capacidad de diálogo y consenso. La decisión de apoyar al PNV no ha sorprendido a los observadores, dado el histórico de colaboraciones entre ambas formaciones y la búsqueda común de un proyecto de país que combine progreso con justicia social.
Tras el escrutinio, la suma entre el PP y Vox ha sido de unos 96.000 votos, que se traducirán en 8 escaños, 7 para el PP y 1 para Vox. Ni Javier de Andrés ni Amaia Martínez han sido capaces de vender una propuesta política que entusiasmara a los vascos, que han barrido para casa y han optado, mayoritariamente, por sus dos partidos regionalistas.
La participación ciudadana en estas elecciones ha sido un claro indicativo del interés por la política y el futuro de la comunidad autónoma. La alta afluencia a las urnas demuestra que, más allá de las diferencias ideológicas, existe un compromiso común por el progreso y la mejora de la calidad de vida en la región.
En resumen, las elecciones vascas de 2024 han dejado un escenario político que demandará diálogo y acuerdos transversales. El PNV se prepara para liderar un gobierno que, si bien no cuenta con una mayoría absoluta, tiene el respaldo suficiente para emprender su proyecto de país. EH Bildu se afianza como contrapeso, mientras que el PSE se confirma como la fuerza que, con su apoyo, permitirá la gobernabilidad.
La política vasca entra así en una nueva etapa, donde la colaboración y el entendimiento serán más necesarios que nunca. Los ciudadanos han hablado, y su mensaje es claro: quieren que sus representantes trabajen juntos por el bien común. Ahora, la pelota está en el tejado de los políticos, que deberán estar a la altura de las circunstancias y las expectativas generadas.
Información de SUREN GASPARYAN para el PLURAL.COM