¿Qué es esta nueva broma de pésimo gusto que hiere la vista a la salida de Guadá? O sea, lo qué es y de lo que se trata, ya nos lo imaginamos…El caso es que llegan, nos plantan ese espanto ahí y adiós, hasta la próxima, rompiendo parte de un paisaje inmemorial, sin la más mínima consideración con el entorno. ¿Para qué ese esperpento? ¿Desearnos buen viaje? ¿Mensajes tipo Conduzcamos con prudencia o Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo? ¿Tal vez como cine de verano? ¿O será para cronometrar los tiempos de las motos, que suben a 200? Para más inri el panel ha sido instalado a tal altura que si te tomas en serio lo de querer leer los mensajes y consejos con los que seremos gratificados, acabarás con tus cervicales a la tercera vez que pases por la torreta. De todas maneras, raro será que podamos hacerlo: cuando sobrepasas la curva de la ermita y enfilas el monstruito, ya casi no queda tiempo material para mirar el dichoso panel, pues la distancia que queda entre la curva y el susodicho es mínima.
Si trazamos una línea recta en diagonal desde donde está emplazado este adefesio, podemos observar que el mirador de César Manrique no anda lejos. Un hombre que luchó denodadamente toda su vida por defender el paisajismo canario, una personalidad mundial que intentó integrar lo habitable con el entorno, un artista al que se agravia seria y continuamente manteniendo año tras año su maravillosa instalación cerrada. Me pregunto cuánto tiempo tardaría César en encadenarse a la base de esta mamarrachada o, simplemente, de tirarla abajo y volver a dejar el paisaje limpio de inmundicia…
Llévense esa cosa de ahí, por favor.
Ya abruma tanta estupidez.