Y vimos la luz, cuando escuchamos las premisas en las que se sostenían sus argumentos ¿cómo se puede ser capaz de defender algo basado en consideraciones inexistentes o tirando por los suelos el trabajo de personas que han dedicado su vida al estudio del Silbo Gomero?
Y nos sentamos. Y escuchamos, porque tenemos la capacidad y conocemos la historia. No la que se escribe en una tesis ni la que se proyecta en un paraninfo. No, esa no. Conocemos la historia de los que están ahí desde el principio, de los que la recuperaron, de los que silbaron y siguen silbando, de los que crearon un método y se lo enseñaron a quien hoy hace alarde de llenar estadios exponiendo mentiras.
¿Cómo se puede hablar de que el estudio del silbo está en pañales cuando don Isidro Ortiz y don Lino Rodríguez descifraron las claves de este lenguaje y gracias a ese trabajo se ha incorporado a la educación reglada, siendo parte del currículo de miles de alumnos gomeros desde hace 25 años? ¿Ese lenguaje silbado que se aprendió en La Gomera, el Silbo Gomero, con el que se han llenado aulas de silbo recién creadas, cursos desde hace años formando monitores para cimentar la gran falacia del silbo canario? ¿Qué se estaría impartiendo en estas aulas si no se hubiera hecho lo que se hizo en La Gomera con el Silbo Gomero?
¿Cómo se puede decir que Ramón Trujillo dio solo los primeros pasos cuando fue el pionero en describirlo científicamente, o que Maximiano Trapero, que formó parte de la Comisión que llevó el Silbo Gomero al más alto reconocimiento de la UNESCO, declarando la exclusividad del Silbo Gomero en Canarias en 2009, en los años 80 oyó a dos herreños comunicarse a través del silbo y nunca lo dijo? ¿Mintió a la UNESCO? ¿Nos mintió a nosotros?
Y es que miremos por dónde lo miremos no nos salen las cuentas. Y el resultado de lo que está aconteciendo no nos encaja a los que sabemos de lo que va la historia. Desde la recién estrenada aula de silbo, creada para enseñar Silbo Gomero con el sobrenombre de silbo canario, se habla de darle al silbo el espacio académico que requiere, como si no lo tuviera ya. Y en palabras textuales se habla de que “el aula surgió de manera espontánea, como surgen algunas cosas” y quédense con esa frase que parece que es la clave de todo este movimiento de prestidigitación. Además de todo lo que se sostiene alrededor de esta invención de silbo canario capitaneada por alguien que una vez se fue de La Gomera y con la lección aprendida fue por ahí diciendo aquello de “les voy a desmontar el chiringuito”.
Si nos damos un salto al pasado, en 1891 el antropólogo francés Joseph Lajard habla de vagos indicios de silbo en Gran Canaria. En la preparación de la Comisión para que el Silbo Gomero fuera declarado Patrimonio Inmaterial por la UNESCO, las pesquisas se hicieron también en Gran Canaria (recordemos que se nombró en 2009), pidiendo a Patrimonio si en esta isla había lenguaje silbado, su respuesta fue negativa. Pero hoy en día, y como surgen las cosas de manera espontánea (como el aula de silbo que se inauguró el 4 de abril de 2024), resulta que si hay silbo en Gran Canaria.
Revelador dato aquel de que las cosas surgen de manera espontánea, para algunos prestidigitadores de los informes y de los documentos audiovisuales.
Y seguimos haciendo historia, y nos vamos a agosto de 2020 cuando 11 personas que habían visto cómo se había construido de la nada, de manera espontánea (algo que es bastante común), una “asociación de investigación y divulgación del silbo canario”, hablaron. Ellos recibieron clases de Silbo Gomero enfatizando que era silbo canario y obligando a decirles que era silbo canario, que les proponía formar personas en talleres en Tenerife, Gran Canaria, La Palma en una nueva realidad denominada silbo canario o lenguaje silbado de Canarias. Que nunca vieron nada que no fuera Silbo Gomero y mucho menos a ningún silbador herreño silbar (que por aquel entonces no se hablaba sino de silbo herreño, lo de Gran Canaria, Tenerife… vino después). Y se habla incluso que cuando un silbador proveniente de El Hierro participó en alguna clase, emitía algún sonido pero que el profesor y descubridor le daba explicaciones de cómo debía hacer para mejorar su calidad de silbo. A esto en mi pueblo se le llama interferencia en un método con el que no se mantiene el rigor científico, en absoluto. Estando a bien decir que este tipo de interferencias son variables contaminadoras que conducen a dar respuestas deseadas y manipuladas. Vamos, un acto, el de este pseudoinvestigador, de hacer que las cosas surjan de manera espontánea. Actos de ilusionismo con los que solo se tiene que buscar a gente que no vea dónde está el truco y que todo lo que invierta de Silbo Gomero lo convierta, aludiendo a su espontaneidad y por arte de magia, en silbo canario.
El mal argumento se destruye, a cada paso, en la cabeza correcta.
Playa de San Marcos, La Gomera, 10 de mayo de 2024
Sebastiana Darias