La obra, cuyos autores son Luis Manuel Jerez Darias, Miguel Ángel Hernández Méndez y Juan Montesino Barrera son miembros del Centro de Estudios e Investigaciones Oroja (CEIO) y que con esta edición, se estrena como promotor de publicaciones. A destacar el cuidado diseño de portada y contraportada a cargo de la joven Claudia Hernández Chinea.
Dice un antiguo pie de romance: «Por debajo de la arena / corre el agua mansa y suena» y algo similar ocurre con la conocida en Valle Gran Rey como la «Guerra del Agua». Una especie de historia olvidada, a los márgenes del relato oficial pero siempre presente, como un ruido de fondo de nuestras vivencias colectivas.
La «Guerra del Agua» hace referencia a un conflicto por el uso y gestión de este recurso vital, que alcanzó su punto culminante en 1948 y en el que, tras una dura lucha y haciendo frente a los intereses de la clase agroexportadora y los poderes públicos que los amparaban, los pequeños propietarios del Valle Alto consiguieron mantener sus derechos sobre el agua del Risco de Guadá.
La importancia de lo sucedido radica en que, en unos tiempos duros de miseria y opresión política, una comunidad entera se alzó en defensa de lo que consideraban justo, como reflejaba un cantar popular en aquellos días: «Por el agua del Risco / damos la vida / porque de ella depende / nuestra comida».
Los conflictos en torno al agua son, básicamente, una expresión del problema de la tierra, de la contraposición entre la pequeña propiedad frente a la grande y de sus intereses, casi siempre antagónicos. En La Gomera, a finales del siglo XIX y principios del XX, la gran propiedad va a introducir dos nuevos cultivos demandados en el circuito agro comercial internacional: el tomate y el plátano. El capital extranjero va a controlar la comercialización, mientras que la terratenencia local ejercerá de intermediaria.
La consecuencia va a ser la sustitución del sistema tradicional de riego, la dula, en favor de otro que respondía mejor a los intereses de la clase agroexportadora: el turno de horario. Como marco legal para este cambio entran en escena las comunidades de regantes, organismos de gestión del agua controlados por los grandes propietarios de tierras y amparados por el poder político local, el cual estaba caracterizado por el caciquismo. La resistencia a estos cambios dio lugar a luchas por el agua en diversas partes de La Gomera.
Las interpretaciones interesadas y la desmemoria intencionada han querido dejar enterrados en las cunetas de la historia estos hechos, que necesitan ser reivindicados y conocidos para respetar y honrar a unas personas –con especial protagonismo de las mujeres ‒que supieron luchar, en unos tiempos muy duros, por la defensa de sus derechos y de lo que consideraban justo.