Sería interesante conocer qué lugar ocuparía Valle Gran Rey en una clasificación de los lugares del territorio nacional con más horas de sol y menos metros cuadrados de sombra. La pregunta es la siguiente: ¿se le tiene miedo a los árboles en este municipio?

Desde que vivo en este lugar, he tenido el placer de sufrir al menos seis o siete alcaldes (¿o serían 8 o 9?) y sus respectivas concejalías de medioambiente, la mayoría de los cuales han llevado a cabo, sin excepción, una muy mejorable política medioambiental. Y aquí abro un paréntesis para defender la gestión del ciudadano alemán Arnold Velten cuando estuvo al frente de las áreas de Medio Ambiente y Deportes en el periodo 2008-2011. Sí, han leído bien: ciudadano alemán.

En la mayoría de estas legislaturas parecen haberse preocupado más por plantar farolas que árboles. Como si la especie foránea Ductilae Benitofolia (la compañía luminaria que mayormente nos provee se llama Fundició Dúctil Benito) encontrara entre nosotros el hábitat natural perfecto para desarrollarse felizmente.

A veces tengo la sensación de que los árboles pudieran molestar aquí, visto el trato que se dispensa a algunos ejemplares. No falla: en cuanto empiezan a coger porte (y, en consecuencia, a regalar sombra) se les practica una poda salvaje, sin la más mínima consideración o estudio previo. Podar un árbol no es ninguna bobería y requiere cuando menos un conocimiento formal del asunto. (¿Usted señor, cuando se va a pelar se pone en manos de cualquiera o prefiere unas manos con experiencia? ¿Y usted, señora?)

Después está el riego. ¿Cuántos árboles o zonas ajardinadas sin atender debidamente, por no decir que se les ha cortado el riego sin más explicación y punto? (De hecho, cuando llegó este marzo la Policía Canaria a pasar una temporada entre nosotros pensé que los iban a poner a regar, pero no.) Tampoco vale la excusa del agua. (Y si se tiene alguna duda al respecto y, sobre todo, INTERÉS, recomiendo encarecidamente un acercamiento, no tardando, a la figura del Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Don Carlos Soler Liceras, eminente personalidad en el tema de las aguas en Canarias y en el mamoneo que se traen con ella.)

Otra buena: que los árboles ensucian. Cuando escucho esto me pongo a temblar y pienso en todos los cerdos/cerdas que todavía nos siguen regando de colillas el entorno (visitantes también, no se crean, aquí no se escapa nadie de este azote mundial de la basura, que ya dura más que la plaga de los piojos en el bíblico Egipto.) Pienso en todos los cerdos/cerdas que nos honran con sus kleenex en determinados rincones de nuestro bosque, tomados como baño público. En los c/c que reciclan el plástico donde el papel y el papel donde el vidrio, en los escombros, en los coches abandonados en la calle, oxidándose, en los paquetes de tabaco o botellas hábilmente incrustados entre las piedras de los paredones, en los y también en los. En fin, el rastro perenne de la mierda siempre persiguiéndonos (¿con la mierda en los talones?), incansable al desaliento. Culpar a los árboles de suciedad, proviniendo de la especie que provenimos, es de una grosería sin par, es culparnos a nosotros mismos de nuestra supina ignorancia y probado egoísmo.

¿Se puede saber, pues, por qué razón no disfrutamos aquí todavía, año 2024, de un parque en condiciones, (oiga, si va a ser tratado con la misma desvergüenza que el Botánico de Vallehermoso, mejor estense quietoparado) un parque, decíamos, del que pudiéramos sentirnos modestamente orgullosos, un espacio donde pasear a gusto, relajadamente, cómplices de la temida sombra, donde niños, padres, abuelos, se sentaran o corrieran sin necesidad de arriesgarse a posibles achicharramientos varios? ¿Se nos puede indicar también, ya puestos, qué hoja de ruta tenemos en Medio Ambiente? ¿Algún plan, estudio, agenda, ALGO con lo que nos pudieran sorprender gratamente? ¿O aquí a seguir haciendo lo que mejor sabemos hacer, o sea, improvisar y ya veremos? Intuyo que la ciudadanía iba a estar en gran número más agradecida por nuevos espacios verdes que por la mayoría de proyectos con tufillo a más de lo mismo que nos amenazan. Proyectos insulsos, repetitivos, sosos, faltos de toda sensibilidad, conciencia, sentido común y originalidad, proyectos que a buen seguro, todavía tendrán a bien presentarnos como la nueva gran ocasión para ofrecernos más puestos de trabajo, amén de otras bellezas, todas ellas bien envueltas en el correspondiente discursito de turno, con sus correspondientes lindas palabras ecosostenibles.

Dos apuntes finales:

  1. Situémonos en el tramo a la derecha de la carretera, según se baja, desde la rotonda de las Orijamas hacia el Ayuntamiento. Sí, JUSTO a la entrada del pueblo, a la altura del Altito. ¿Se piensa mantener por mucho tiempo más esta zona en esas condiciones, tal vez a la espera de utilizarlo como posible decorado donde rodar películas tipo La noche de los muertos vivientes?
  2. ¿Qué pasa con los supuestos jardines del Parque Urbano Gran Rey, que se nos vendió como la gran zona verde para callarnos la boca a todos los que pedíamos a gritos que no todo fuera cemento, después del encauzamiento del barranco? ¿Se está esperando a reacondicionarlo, regarlo y mimarlo por medio de la inteligencia artificial?