En las zonas costeras de La Gomera, en el Barranco de La Villa, durante el verano toca recoger mangos, aguacates, higos, papayas, alguna sandía; la fruta de temporada. Por estos días ya se recogió la cosecha de final de primavera, y ahora los terrenos, las fincas, están vacíos.
Esto se observa en los rastros que dejan, sobre la tierra seca, los últimos cultivos: papas, millos, verduras y hierbajos que se ven sobre los llanos vacíos. Lo normal es que, a finales de agosto y principios de septiembre, empecemos a preparar la tierra para plantar las hortalizas y papas que comeremos en el invierno: las papas nuevas para navidad.
Recuerdo, de niña, ir con mi padre a regar los árboles frutales que están plantados en los arrimos y los asientos de cada llano, para que sobrevivan al calor del verano. Dependiendo de cómo hubiera sido de lluvioso el invierno anterior, teníamos agua de la presa para el riego de las fincas hasta el mes de octubre. Pero cuando el invierno era seco, en verano teníamos que comprar el agua del pozo de Jaragan.
Recuerdo cuando se perforó. Está al lado de nuestra pequeña finca. Me asomaba al borde del pozo, un agujero negro sin fondo; escuchaba el sonido del agua que salía desde abajo. En ocasiones tiraba pequeñas piedras y contaba el tiempo que tardaban en chapotear en el agua o en chocar con las paredes. «Uffff, este año casi no tiene agua», era lo que pensaba cuando tardaba mucho en oírlo.
Años más tarde, las cosas del progreso, por cuestiones de seguridad, la boca del pozo se cubrió, de forma que ya no podemos acercarnos a ver sus entrañas. Lo cierto es que ahora ya el pozo de Jaragan no produce la suficiente agua como antes para abastecer a las fincas de todo Barranco Seco, el Molinito, y toda La Lomada, El Clavo, etc., o incluso para llegar a las de San Antonio, La Pila, y zonas del barranco que no tienen agua de la dula.
En San Sebastián no se ha constituido una comunidad de regantes (como establece la normativa europea), de manera que los regantes y la administración se organizan mediante la costumbre (fuente de derecho), que consistía en regar cada 8 días, y en épocas secas, cada 12 o cada 15, o «a todo reventar» en época de lluvia o cuando no había agua.
En las décadas de los 80 y 90, cada familia empezó a construir en su finca un pequeño estanque, de forma que, cuando le tocaba el turno, llenaban sus depósitos y podían regar con más eficiencia según las necesidades de cada uno. Aun así, no todas las fincas tienen estanque.
Este está siendo un verano extremadamente seco, por la falta de lluvias en este invierno y por el encadenamiento consecutivo de años secos. Esta es la realidad: constata las consecuencias del cambio climático, con subida de temperaturas y largos periodos de sequía, y a la que tendremos que hacer frente de aquí en adelante.
Las soluciones a este problema son urgentes, más cuando queremos fortalecer al sector primario, mejorar los cultivos locales y crecer en soberanía alimentaria en un territorio insular como es La Gomera.
A día de hoy, ya no hay agua en las presas y parece que tampoco la suficiente en los pozos de agua de abasto a la población (Bonis, Los Raspaderos, la Galería de Hipalán), de manera que necesitan agua del pozo de Jaragan para la población.
El ayuntamiento de San Sebastián lleva meses comprando agua de este pozo para suministro humano. Ahora, las fincas de cultivos, donde solo quedan los frutales, deben esperar más de un mes para que les llegue el turno del agua de riego. ¿Ustedes saben lo que tarda en crecer un manguero, un aguacatero o un naranjero? Años. ¿Y cuánto tardan en morir por falta de agua?
Pues eso. ¡Agua, por favor!