Hace algunos años tuve la oportunidad de viajar a China durante el caluroso mes de agosto. Recuerdo el intenso calor de Shanghái, donde las temperaturas extremas obligaban a las personas a llevar sombrillas para protegerse del sol. Me fascinó ver sombrillas decoradas con llamativos colores y motivos de flores, pájaros y paisajes chinos. Tanto me gustaron que me traje una con enormes tulipanes rojos en la parte interior. Este hábito no era una moda pasajera, sino una necesidad ante el implacable sol y las altas temperaturas que hacían casi insoportable caminar por las calles durante el día. Permitiéndome la ironía, creo que, hoy, es la mejor opción para pasear bajo el sol por las calles de San Sebastián.

Ahora, aquí, enfrentamos también  una situación similar. Los veranos se han vuelto cada vez más secos y calurosos, con largos periodos de sequías y escasa vegetación, lo que  convierte nuestras calles en “espacios duros”. Ante este escenario, la sombra de un árbol se convierte en un refugio valioso y necesario, un alivio ante las inclemencias  climáticas. Pero, lamentablemente,  la vegetación brilla por su ausencia, y los árboles, que deberían ser nuestros aliados más cercanos, no están donde más se les necesita.

Hace unos días, paseaba con mis sobrinas desde Langrero hasta el centro de La Villa, y lo que debería haber sido un recorrido agradable es un recordatorio de cómo se ha descuidado nuestro entorno urbano. A lo largo de esos dos kilómetros, bajamos por la carretera de Chejelipes y la Avenida José Aguiar por el centro de salud, la zona escolar y deportiva, hasta la Barriada de Las Palmitas. Aunque ahora es posible caminar con mayor seguridad gracias a la nueva acera que se ha construido al ampliar la carretera, sería ideal plantar árboles por el lado exterior de la misma.

En estos momentos no parece que haya huecos, ni se ve un sistema de riego, para plantar árboles que puedan ofrecer sombra y hacer que el paseo sea más saludable. Y desde el centro de salud hasta el instituto, los árboles que sobrevivieron a la tala, lo hacen a duras penas, gracias únicamente a  la presión ciudadana que  lo impidió el verano pasado. Y la promesa de replantarlos y de crear zonas de sombras ha quedado en el olvido.

En un momento en que Europa y el mundo entero están adoptando medidas para mitigar los efectos del cambio climático, es incomprensible que en nuestro municipio  no se esté haciendo más para incrementar su cobertura vegetal. San Sebastián de La Gomera, firmó el Pacto de las Ciudades por el Clima en julio de 2021, comprometiéndose a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentar la resiliencia y prepararse para los efectos adversos del cambio climático, y eliminar la pobreza energética. Estos compromisos deben traducirse en acciones concretas, como la plantación de árboles en nuestras calles y la creación de refugios climáticos.

Un refugio climático es un espacio que, en un entorno urbano o natural, ofrece condiciones ambientales favorables para protegernos de un contexto desfavorable, como el calor extremo o la falta de agua. Los parques, paseos arbolados y zonas con acceso a agua natural, como ríos o playas, son ejemplos de refugios climáticos. Estos espacios no solo benefician a la flora y fauna, sino que también son vitales para el bienestar humano.

Ahora, solo faltaría que se eliminaran los jardines que tienen las viviendas, en los barrios periféricos de La Villa. Ese es el debate estos días en zonas como el Langrero por la ampliación de la carretera de Los Chejelipes. Nada justificará esa actuación. Si hubiéramos querido vivir en un “piso pelado” la gente hubiera vivido en el centro, pero eligieron comprar un solar, construir una vivienda y dejar espacio de esparcimiento, para plantar flores, perejil, etc. Estos jardines no hay que eliminarlos sino mejorarlos, ya que hacen más habitables los barrios, y el agua depurada puede ser útil para reverdecerlos.

Los árboles no son un lujo, son una necesidad. Son nuestros aliados en la lucha contra el cambio climático, nos protegen del calor extremo, mejoran la calidad del aire y crean espacios más habitables y saludables. Tal y como establece la Estrategia Canaria de Cambio Climático, aprobada en 2023, es hora de que nuestras ciudades se llenen de verde, y sean más resilientes para la adaptación al cambio climático. Plantar un árbol hoy es asegurar un futuro mejor para todos. Más árboles, por favor.