Pedro González Cabrera

Por Gustavo A. Glez. Rguez.- Cuando empezamos a sumergirnos en los océanos de la genealogía, ese primer contacto, esos dedos de los pies que rozan el agua fría por primera vez, suele ser la búsqueda de nuestro linaje paterno. Del mío sabía algo, pero no mucho; a mi abuelo Pedro González Rodríguez no lo conocí, falleció cuando yo apenas tenía cuatro meses, al menos me queda la ilusión de imaginarlo con esa sonrisa orgullosa sosteniéndome en sus brazos. Mi abuela Antonia, su mujer, me contó que su suegro, Pedro González Cabrera, procedía de El Cercado, y poco más.

Pedro González Rodríguez

El agua poco a poco me fue llegando primero a las rodillas, esas olas que acariciaban mi piel me dijeron que mi abuelo paterno Pedro de Las Mercedes González Rodríguez nació en Las Rosas el 24 de septiembre de 1920, lo que explica el origen de su nombre, el día de la patrona de Agulo, tuvo como madrina a Marcelina Navarrete Melo. Sus padres fueron Pedro González Cabrera y Antonia Rodríguez Ventura, quienes contrajeron matrimonio el 13 de abril de 1914. Pedro nació en la madrugada del diecinueve de marzo de 1883, siendo su madrina María Cabello Rodríguez; Antonia nació en la tarde del doce octubre de 1884, hija de Víctola Rodriguez Ventura. De mi bisabuela Antonia he sabido del amor que le profesaba a mi padre, le daba dinero y tabaco para consentirlo, además de los reconfortantes potajes que le ofrecía cuando volvía de traer leña del monte; también supe de su promesa a la Virgen de las Mercedes, por la que siempre iba vestida de blanco. ¿Qué fue de Pedro González Cabrera? Sabemos que en la década de los veinte del siglo pasado emigró a Cuba, en Las Rosas quedó Antonia con sus hijos Pedro y Mercedes. Nunca volvió, no sabemos si se despidió de su familia, si fue espaciando en el tiempo la correspondencia, si la hubo; quizás, Cupido lo dejó asaeteado y fundó una nueva familia en la Perla del Caribe, tal vez, simplemente, murió de manera prematura y no hubo quién aportase testimonio.

Pedro González Cabrera

Esto es lo que había podido averiguar entre los recuerdos familiares y lo que pude encontrar en los archivos parroquiales. Quiero agradecer a Nelson Díaz Frías, que fue quien me dio la clave para seguir buscando al ubicar el linaje en los pagos de Chipude. El estado de deterioro de los libros sacramentales hacía inviable profundizar en el conocimiento de esos lejanos antepasados, si bien la consulta del padrón de La Gomera de 1835 me permitió saber que eran vecinos de El Cercado, confirmando esa tradición oral familiar. Concretamente nos encontramos a Pedro González de la Peña, casado con María Serafina de la Barrera Morales viviendo en la casa número 115 de El Cercado, él afirmaba tener 64 años, por lo tanto había nacido en 1771, ella tenía 42, nacida entorno a 1793, en aquel momento tenían siete hijos, a saber:

Antonia de 21 años.

Domingo de 18 años.

– Francisco de 16 años.

– Pedro de 14 años.

– Sebastián de 12 años.

– Juan de 8 años.

María de 3 años.

De esta amplia prole, vamos a centrarnos concretamente en Domingo, de quien pude obtener ese primer documento sacramental del linaje que recoge su bautismo y que reza así:

“En la iglesia parroquial de nuestra señora de Candelaria en este lugar de Chipude en la Ysla de la Gomera en nueve días de Febrero de mil ochocientos diez y siete yo don Alonso Fernández cura desta Yglesia bauticé solemnemente y ungí con el santo oleo y crisma y administré las sacras preces y oraciones según el ritual romano a un niño que dicen nació a quatro de dicho mes al que se le puso por nombre DOMINGO ANTONIO DE SAN SALVADOR hijo legítimo de PEDRO GONZÁLEZ Y DE MARÍA SERAFÍN, nieto Paterno de PEDRO GONZÁLEZ Y DE CLARA PEÑA, materno de PASQUAL SERAFÍN Y ANTONIA DE MORALES, fue su padrino Antonio Serafín hermano de su madre del niño a quien advertí de su obligación y parentesco espiritual. Fueron testigos José Negrín y José Montesino vecinos y naturales deste dicho lugar y en fé de verdad lo firmé”

A modo de resumen, lo poco que sabemos de la infancia y juventud de Domingo Antonio de San Salvador es que nació en 1817 y que en 1835 seguía viviendo en el domicilio familiar de El Cercado. Ya con 24 años, en 1841, contrae matrimonio en la iglesia de Chipude con María Laura Niebla Chinea, hija natural de Juana de Niebla Chinea. En el censo realizado en el año 1844 tenemos al matrimonio viviendo en la casa número 168 de El Cercado, él con 26 años según el documento, ella con 21, por lo que situamos su nacimiento en 1823.

Del matrimonio de Domingo y Laura se tiene constancia documental del casamiento de tres hijos, seguramente tuvieron una amplia descendencia, pero la investigación se centró en quienes se avecindaron en Agulo y, más concretamente, en Las Rosas:

1 Juan González Niebla, nacido en 1855, quien casa con Antonia Santos Santos el siete de enero de 1884, de este matrimonio nace Domingo, que casa en 1901 con Eulalia Ventura Hernández, avecindándose en La Palmita y con amplia descendencia. Juan González Niebla enviuda y casa en segundas nupcias con 61 años, en 1916 con María Medina Santos, de 40 años.

2 Rudesinda nació en 1862 y con 27 años, en 1889, contrajo matrimonio con Antonio Ramón Rodríguez Clemente, viudo de 58 años, propietario rural y miembro destacado de la familia Rodríguez, conocidos como los Lino. De este enlace no se ha encontrado sucesión, al menos que llegase a edad adulta.

3 Antonio, si bien se desconoce cuándo nació, por su partida de matrimonio sabemos que fue bautizado en Chipude, lo que sitúa su nacimiento en El Cercado. Dichas nupcias tuvieron lugar en la Iglesia Parroquial de San Marcos Evangelista de Agulo el dieciocho de diciembre de 1873, contrayendo matrimonio con Josefa de los Dolores Cabrera, de la que también desconocemos su fecha de nacimiento, si bien sabemos que procedía de Vallehermoso, siendo hija natural de Francisca Cabrera.

Es de este enlace entre Antonio González Niebla y de Josefa de los Dolores Cabrera del que descienden muchos de los actuales portadores del apellido que nos ocupa, tanto en Las Rosas, como en las diversas ubicaciones hasta donde ha llegado su linaje.

Tienen al menos a cuatro hijos:

1 Antonio Domingo, nacido en 1876.

2 Vicenta, nacida en 1878.

3 Pedro, nacido en 1883.

4 Josefa, de la que, al menos hasta el momento, se desconoce su fecha de nacimiento.

Como veremos a continuación, estos cuatro hijos del matrimonio recién asentado en Las Rosas dejaron amplia descendencia en el barrio, la cual vamos a relatar a continuación.

Josefa González Cabrera, de ella sabemos que fue madre soltera de al menos un niño, a quien bautizó como Benito González Cabrera, nacido en 1905, que casa con Carmen Mª Dolores Medina Morales el veinticinco de septiembre de 1925.

– Vicenta González Cabrera nace en Las Rosas en 1878, casando el primero de mayo de 1901 con Antonio Herrera Santos, viudo de Juana Rodríguez Méndez, de 43 años, hijo de Sebastián Herrera Vera y de Antonia Santos Sánchez,. Tienen a Ramón Herrera González, nacido en 1902, que el veintitrés de septiembre de 1923 casa con María Plasencia Hernández, de 24 años. También fruto de este matrimonio nace Josefa Herrera González, ambos hijos con numerosa descendencia.

– Antonio Domingo González Cabrera casa con María Eugenia Cabellos Méndez el treintaiuno de octubre de 1899, de este enlace nacen cinco hijos:

1 – Sebastián, que contrajo matrimonioel tres de enero de 1931 con María de los Dolores Hernández.

2 José, casado con María del Carmen Santos Lázaro el 30 de noviembre de 1922.

3 Graciliana, que casó con Emilio Mosfi, empresario de origen libanés que se estableció en Güímar, donde emprendió un negocio textil, el cual sigue en actividad. Dejando descendencia en dicho valle.

María casó con Bartolo Medina Medina, con amplia descendencia.

Sebastián y José González Cabellos tuvieron entre otros a Rosario González Hernández y Aquilino González Santos, progenitores de nuestra convecina Honoria González González, casada con José Simancas, los padres del afamado chef Braulio Simancas González.

Braulio Simancas González Foto Guía Repsol

Volvamos a Antonio Domingo González Cabrera, quien además de la relación formal con su mujer, mantuvo otra con Mª de la Concepción Cabellos Méndez, hermana de la anterior, con quien tuvo a Ángel y Amelia, ambos sin sucesión, y a José Cabellos Méndez, casado y con amplia descendencia en Las Rosas.

Por último tenemos a Pedro González Cabrera, de quien ya dimos unas pinceladas, nacido el 18 de marzo de 1883, quien casa en el trece de abril de 1914 con Antonia Rodríguez Ventura. Él emigró en la década de los años veinte del siglo pasado a Cuba, a la localidad de Placetas, de donde no regresó. De esta unión nacieron:

1 Mercedes, quien casó con Prudencio Barroso, dejando amplia descendencia en el sur de Tenerife.

2 Pedro de las Mercedes, nacido el veinticuatro de septiembre 1920, quien casa con Antonia Magdalena Rodríguez el dos de enero de 1946, quienes fueron los padres de:

1 – Francisco (1947), quien casa con Quiteria del Carmen Rodríguez Escuela.

2 – Gumersindo (1949), quien contrae matrimonio con Gregoria García Medina.

De ambos enlaces hay una amplia descendencia en La Gomera y Tenerife.

Para finalizar este pequeño esbozo de los descendientes de Antonio González Niebla y de Josefa de los Dolores Cabrera, se debe significar que no están todos los que son, muchos perdieron el apellido al ser portadora la madre, otros por paternidades no reconocidas, habituales en épocas pretéritas, también quedan en el limbo del linaje a quienes la investigación no encontró registro sacramental; si bien, como toda prospección genealógica, la misma no está cerrada, porque como todo genealogista sabe, las puertas que hoy están cerradas, mañana pueden abrirse.

Las fuentes documentales del presente artículo se encuentran en los diversos libros sacramentales obrantes en el Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna, así como los datos aportados amablemente por Nelson Díaz Frías. En cuanto a las fuentes orales, tan importantes como las escritas, no sólo por los datos, sino por el contexto que dan, agradecer a mi abuela Antonia Magdalena Rodríguez, a mi tía Pilar Rodríguez Cabello, a mis queridos padres Francisco y Quiteria, siempre dispuestos a rebuscar en su memoria para satisfacer mi curiosidad, a mi tía Gregoria García Medina y a Honoria González González, quien fue de una gran ayuda para desentrañar historias familiares que los libros nunca podrían mostrar. Los imágenes que aparecen en el presente artículo pertenecen a la colección particular “González Magdalena”, a Braulio Simancas y al T.E.A. También debo agradecer a María Carrillo y a José Javier Hernández por la corrección del presente artículo.

En definitiva, gracias a todos los que de alguna manera u otra han ayudado a esta investigación.