Nos encontramos a tan solo unos días de cerrar un año cargado de retos y desafíos que han marcado profundamente nuestra realidad. Este 2024 ha sido un período de grandes tensiones que nos obligan a hacer balance sobre lo vivido y, sobre todo, a reflexionar sobre lo que estamos haciendo y hacia dónde nos dirigimos. La crisis migratoria, la inestabilidad internacional y la urgente necesidad de afrontar la planificación territorial, demográfica y social en las islas han sido algunos de los temas que han dominado la agenda política y social.
Sin lugar a dudas, uno de los mayores retos que hemos enfrentado ha sido la crisis migratoria. Este fenómeno ha puesto a prueba la capacidad de respuesta ante una emergencia humanitaria sin precedentes. Más de 5.500 menores migrantes han llegado a nuestras costas en busca de un futuro mejor, y la respuesta ha sido, lamentablemente, insuficiente. La política, atrapada en sus dinámicas partidistas y en un tablero que parece más enfocado en la lucha por el poder que en dar soluciones efectivas, ha demostrado su incapacidad para abordar la crisis migratoria con la seriedad y urgencia que la situación requiere. Este es un claro ejemplo de la ausencia de una política de altura, capaz de mirar más allá de los intereses particulares y poner por encima de todo el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Pero no todo ha sido negativo. A pesar de las dificultades, hemos sido testigos de avances significativos en otros frentes. Uno de los más importantes ha sido la reflexión colectiva del futuro de Canarias, que hemos realizado sobre el Reto Demográfico, una meta que busca sentar las bases de lo que queremos para nuestra tierra en las próximas décadas. Los trabajos desarrollados desde el Parlamento de Canarias y las mesas de trabajo creadas por el Ejecutivo autonómico han sido pasos cruciales para definir una estrategia que nos permita afrontar con éxito los desafíos demográficos y sociales que se nos vienen encima. Este proceso, aunque no exento de dificultades, ha sido un ejercicio de unidad política, uniendo fuerzas para pensar y planificar el futuro de la región con un horizonte claro, en el que podamos crecer de manera equilibrada, garantizando la sostenibilidad de nuestros recursos naturales, culturales y patrimoniales, y la calidad de los servicios públicos esenciales.
En un contexto de incremento de la conflictividad bélica y la inestabilidad económica global, la situación de Canarias no ha sido ajena a los efectos de la crisis internacional. La prórroga de los Presupuestos Generales del Estado ha generado incertidumbre sobre lo que nos depara el futuro económico y sobre cómo se distribuirán los recursos necesarios para afrontar los retos de las islas. Aún así, debemos centrar nuestros esfuerzos en dar respuesta a la necesidad de vivienda; la reforma de la administración pública; la actualización del Sistema de Financiación Autonómica para atender al crecimiento demográfico y la planificación urbanística, territorial y de los recursos naturales como finalidades irrenunciables.
En el caso de La Gomera, a pesar de las dificultades, hemos mantenido el rumbo marcado. Nuestra isla ha logrado consolidarse como un modelo de desarrollo sostenible, equilibrado entre el progreso social y la conservación de nuestros valores naturales. El trabajo realizado en el ámbito energético, con un impulso decidido hacia las energías renovables, y la planificación para el aprovechamiento de los recursos hídricos, nos coloca a la vanguardia de la transición hacia un modelo económico más verde y justo.
A nivel social, hemos dado pasos importantes con el desarrollo de una red de centros sociosanitarios que ya comienza a dar frutos en San Sebastián. Este proyecto es un claro ejemplo de cómo la colaboración entre diferentes administraciones puede generar soluciones innovadoras. La atención a nuestros mayores, la apuesta por las familias y el apoyo a los niños y estudiantes siguen siendo pilares fundamentales de nuestra política social.
Y no podemos olvidar a los verdaderos motores de nuestra economía que siguen siendo el turismo, las pequeñas industrias y el sector primario. Autónomos, pequeñas y medianas empresas, que día a día generan empleo y riqueza en la isla. La Gomera es una suma de muchos elementos: ciudadanos comprometidos, instituciones cercanas y una tierra que, poco a poco, va demostrando su capacidad para adaptarse y prosperar.
Hoy, cuando echamos la vista atrás, es evidente que los esfuerzos realizados no han sido suficientes para responder a todos los retos que hemos tenido que afrontar, pero también es cierto que hemos recorrido un camino en positivo. Y es que, aunque los desafíos continúan, tenemos razones para ser optimistas. Podemos decir con orgullo que La Gomera sigue adelante, dando ejemplo de cómo la transformación social y económica es posible cuando se apuesta por las personas y por un modelo de desarrollo equilibrado.
El trabajo realizado hasta ahora ha sido el cimiento sobre el que construiremos el futuro. Pero debemos seguir añadiendo nuevos elementos para que nuestra isla, y Canarias en su conjunto, se conviertan en un referente mundial de sostenibilidad, solidaridad y progreso.
El 2025 será otro año de nuevas oportunidades. Solo con unidad, compromiso y una política que mire hacia el futuro, podremos garantizar lo mejor para nuestras islas y para todos sus habitantes.