POR GUSTAVO ADOLFO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ *.- Si preguntásemos entre los habitantes de Agulo si conocen de la existencia entre sus antepasados de un italiano, la respuesta iría desde el desconocimiento hasta la sorpresa más absoluta, afortunadamente las fuentes eclesiásticas nos van a dar algo de luz al respecto, para ello vamos a centrarnos en una un tanto singular, los padrones parroquiales. Estos registros eran cruciales para la administración de los sacramentos, registraban bautizos, matrimonios, confirmaciones y defunciones, asegurando así que todos los feligreses cumpliesen con sus obligaciones religiosas y que los sacramentos se administrasen de acuerdo a las normas eclesiásticas. Por otro lado, también facilitaban el cobro de diezmos y otras contribuciones. Por lo tanto, cada cierto tiempo se encomendaba, en primera instancia a los Curas Párrocos, la tarea de su realización. Y así, en el año 1823, se procedió a la elaboración del padrón de habitantes de la isla de La Gomera, en el cual, en la parroquia de San Marcos Evangelista de Agulo, nos encontramos que en la casa número 34 habitaban Manuel Magaldo, de cuarenta años, y su mujer, María Rodríguez Ramos de 39. De este matrimonio llamó poderosamente la atención el apellido del marido, un tanto peculiar, puesto que tras muchos años sumergido en los diferentes libros parroquiales de la isla, no había constancia del mismo con anterioridad. Este tipo de hallazgos son los que suelen despertar la inquietud investigadora y lanzan a uno a la búsqueda de la luz genealógica. Fruto de ello nos sumergimos en el Libro Primero de Matrimonios de la parroquia agulense, donde nos encontramos el siguiente asiento un año antes de la realización del censo:
“En veinte y dos días de mes de diciembre de mil ochocientos veinte y dos yo don Antonio Padilla de León cura de la Parroquia de Agulo casé y puse palabras de preces habiendo oído y entendido su mútuo consentimiento y expresión de voluntad a Manuel Magaldo hijo legítimo de Antonio Magaldo y de María Rodrigo vecinos y naturales del pueblo de Rivel en Cicilia, con María Rodríguez hija legítima de Marco Rodríguez y Antonia Ramos deste vecindario habiendo cumplido con lo dispuesto por S. Md. En su última Pragmática que […] sobre matrimonios de hija de Familia. Fueron amonestados en tres días festivos […]de la misa […] según lo previene el Santo Concilio de Trento, fueron examinada y aprobada en la Doctrina Cristiana, confesaron y comulgaron y no […] impedimento. Los desposé siendo testigos Don José Aguiar y Mateo Rodríguez desta vecindad y en fe de verdad lo firmé”
Desconocemos los motivos que llevaron hasta Agulo a Manuel desde su lejana península italiana, la que a principios del siglo XIX no formaba una unidad política como lo es hoy en día, sino que estaba dividida en diversos estados. La isla de Sicilia, lugar de origen de nuestro protagonista según el registro matrimonial, en aquel momento era parte del Reino de las Dos Sicilias, bajo la dinastía Borbón, siendo su monarca Fernando I, primo segundo de Fernando VII, rey constitucional de España en esos años, lo cual facilitaba el flujo comercial y, por lo tanto, humano entre ambos reinos.
Una vez conocida su procedencia, el siguiente paso era ubicar Rivel, localidad originaria de Manuel Magaldo, en la geografía siciliana. Las primeras búsquedas resultaron infructuosas, quizás hubo un error en la transcripción del nombre, ya que con esa denominación no aparecía ninguna población en la isla. Siguiendo con las pesquisas, se amplió la búsqueda tanto en lo geográfico como en otras posibles grafías, lo que llevó a la hipótesis de que tal vez el nombre original fuese Rivello, una pequeña localidad en la Provincia de Potenza, en la región de Basilicata, la cual también perteneció en su momento al Reino de las Dos Sicilias, lo que podría haber conllevado al error a la hora de consignar el origen del contrayente, siendo originario del mencionado reino y no de la isla de Sicilia. Si bien documentalmente no podemos aseverar que se trate de la patria chica de Manuel, como veremos a continuación, al investigar las fuentes italianas sobre este apellido, las mismas nos hacen decantarnos por esta posibilidad.
Al apellido Magaldo, considerado relativamente poco común, se le atribuyen al menos dos posibles orígenes:
– Patronímico: Podría originarse en el área entre Foggia, Basilicata y Campania, deriva del nombre propio Magaldo, una variante medieval de Maginwald, que tiene raíces germánicas. «Magin» significa «fuerza» y «wald» significa «gobierno», sugiriendo «el que gobierna por la fuerza”, según la obra «L’origine dei cognomi Italianim storia ed etimologia» de Ettore. Rossoni
– Toponímico: Otras fuentes también indican que podría derivarse del toponímico San Magaldo, una localidad en el municipio de Stigliano, en la provincia de Matera, Basilicata.
Ambas posibilidades nos trasladan a la región de Basilicata, donde, como vimos anteriormente, se encuentra la villa de Rivello.
Si bien en la documentación consultada se recoge principalmente la versión Magaldo, como veremos más adelante, una de sus descendientes figura con la grafía de Magala. Volviendo a la península itálica, existen variantes del apellido como Magaldi o Magaldini, entre otras.
Antes de continuar con nuestro protagonista, veamos un poco sobre la historia y datos reseñables de esta pequeña localidad italiana.
Rivello, conocido por su belleza natural y su rico patrimonio histórico, como hemos apuntado, es un pequeño municipio situado en la provincia de Potenza, en la región de Basilicata, al sur de Italia, el cual tiene una población aproximada de 2 515 habitantes según datos de 2024. Se encuentra en el Parque Nacional de los Apeninos Lucano a una altitud de 479 metros, lo que le confiere unas vistas espectaculares, además de disfrutar de un clima templado el cual favorece la producción agrícola. Posee un centro histórico con callejuelas estrechas y edificios antiguos, entre los que destaca un monasterio del siglo XVI, el de San Antonio.
Sus orígenes se remontan a la época prerromana, posiblemente siendo el sucesor de una ciudad lucana de nombre Sirios. Sin embargo, la historia documentada de Rivello comienza en la Edad Media. Durante este periodo, la ciudad se dividió en dos partes: el barrio alto, asociado con la iglesia de San Nicola di Bari de rito latino, y el barrio bajo, vinculado a la iglesia de Santa María del Poggio de rito griego, reflejo de la compleja historia cultural y religiosa de Basilicata en particular y del sur de Italia en general, ya que la región estuvo bajo el dominio del Imperio Bizantino, período el cual dejó una marca profunda en la cultura, la arquitectura y la religión de la zona, contribuyendo a la introducción y establecimiento del rito griego en algunas iglesias, el cual, como en este caso concreto, se ha mantenido desde su fundación, alrededor del año 1000, y que aunque ha pasado por varias ampliaciones y restauraciones, sigue siendo un lugar significativo para el rito bizantino en Italia. Como consecuencia de ello, Rivello ha conservado su carácter dual, con las denominaciones de «bardàv’ti» para los habitantes del barrio alto y «bardàsci» para los del bajo, términos que aún se reflejan en la toponimia local.
La ciudad vivió su época más próspera en el siglo XVIII, con un notable incremento demográfico debido a la inmigración. La economía se basaba en la agricultura de subsistencia, pero también en la producción de excedentes para el mercado local y regional. La cría de ganado, especialmente el porcino de la raza local Nera y la producción de embutidos como la soppressata (un tipo de salchicha), se convirtieron en actividades económicas destacadas
Con la unidad de Italia en 1861, Rivello, como muchos pueblos italianos, experimentó cambios económicos y sociales. Sin embargo, la economía permaneció centrada en la agricultura y la ganadería, con un desarrollo muy lento de la industria. La falta de infraestructuras y la escasez de recursos naturales limitaron el crecimiento económico. La emigración hacia el continente americano se convirtió en una válvula de escape para la población, estos flujos estaban estrechamente ligados a las dinámicas socioeconómicas que afectaron a esta zona durante los siglos XIX y XX. Rivello, como muchas otras localidades del Mezzogiorno (sur de Italia), con una economía basada en una agricultura de subsistencia y con una estructura latifundista, no ofrecía suficientes oportunidades, llevando a muchas familias a vivir en condiciones de pobreza extrema. Todo ello, unido con el aumento de la población en el sur de país, generó una mayor presión sobre unos recursos limitados, lo que impulsó a muchos a buscar mejores oportunidades en el extranjero.
Hoy en día, Rivello, como muchas otras localidades del sur de Italia, sigue enfrentando desafíos relacionados con la despoblación y el envejecimiento demográfico. Sin embargo, también ha habido esfuerzos para revitalizar la economía local a través del turismo y la promoción de productos locales, como el aceite de oliva y los vinos. Además, algunos descendientes de emigrantes han regresado a Rivello en busca de sus raíces, lo que ha generado un interés renovado por la historia y la cultura del pueblo.
Para finalizar con este pequeño esbozo de la localidad, cabe significar que, curiosamente, muchos de los caldereros españoles tienen su origen en Rivello. En el siglo XIX, debido a las condiciones económicas anteriormente descritas, un grupo de artesanos de este pueblo emigró a España, transmitiendo sus habilidades en el trabajo del cobre y estableciéndose en diversos puntos de la geografía española, como el caso de Hellín en Murcia, localidad hermanada con Rivello. Quizás nuestro protagonista fue uno de esos caldereros y este fue el motivo de su llegada a Agulo.
Una vez expuesto el contexto histórico y económico de la más que probable procedencia de Manuel Magaldo, sigamos tirando del hilo, ya que cuando en genealogía se llega a este punto, no hay mayor placer que deshacer la madeja, labor no siempre grata y muchas veces infructuosa.
En el año 1835 se realiza otro padrón, en este nos encontramos en la casa número 56 a Manuel Magaldo, de 55 años y a su mujer María Rodríguez, también de 55 años, junto con sus hijas María de diez años, Claudia de seis y Paula de uno. Además, también convivía en el domicilio el suegro de Manuel, Mateo Rodríguez, que, si bien figura con 60 años, por la edad de su hija, debe de ser un error a la hora de la confección del censo, debiendo rondar los 75 años.
Avanzando en el tiempo en la búsqueda del siguiente registro vecinal, llegamos al año 1846, y en este nuevo padrón, concretamente en la casa 141 habitan Francisco Prieto de 27 años y su mujer María Magala de 23 años, junto a María Rodríguez, viuda de 50 años.
Del análisis de los datos extraídos de los padrones podemos sacar varias conclusiones, a saber, Manuel y María tuvieron al menos tres hijas, de las que una llegó a edad adulta y contrajo matrimonio; también que él falleció entre 1835 y 1846. Si nos fijamos con atención, vemos ciertas discrepancias con las edades de nuestros protagonistas, las cuales pueden ser debidas a errores a la hora de recabar los datos o bien, algo también normal en esa época, a que no se tuviese constancia de las fechas de nacimiento o de las edades de una manera tan clara como tenemos hoy en día.
Teniendo algo más clara su descendencia, nos sumergimos en el Libro I de Matrimonios de la parroquia de San Marcos de Agulo en busca del enlace de María, del que ya tenemos constancia a través del padrón, y de los posibles casamientos de sus hermanas. Fruto de ello nos encontramos con el siguiente asiento:
Francisco Prieto Correa, hijo de Melchor Prieto, natural de Vallehermoso, y de María Correa, casa el veinticuatro de agosto de 1844 con María Magaldo Rodríguez, hija de Manuel Magaldo, natural de Italia y de María Rodríguez.
Lamentablemente la búsqueda fue infructuosa en lo relativo a Claudia y Paula Magaldo, lo que nos lleva a dos posibilidades, que no contrajesen matrimonio en Agulo, o bien, la más trágica, que no llegasen a edad adulta, así que antes de abandonar la parroquia, tocaba hojear el Libro I de Entierros, donde se encuentra la siguiente anotación:
“En diez y siete días del mes de octubre de mil ochocientos treinta y cinco años, se enterró en esta Parroquia de Agulo, a Pabla de edad de dos años, hija legítima de Manuel Magaldo natural de la ciudad de Rivel en el Reyno de Cicilia y María Rodríguez natural y ambos vecinos de fueron de este lugar y él difunto en Vallehermoso: lo que está acreditado en la información que obra al folio ciento setenta y nueve vto y el que sigue del espediente que sobre igual materia he tomado por comisión del S.S.Y. el Obispo mi Sor la que consta al folio quinto. Cincta, y ocho de este libro en cuya virtud doy asiento a esta partida que firmo en el antedicho lugar de Agulo a vto y ocho de diciembre de mil ochocientos cuarenta y siete años. Juan de Armas Manrique.”
Por lo tanto, la pequeña Paula falleció poco después de la elaboración del padrón de 1835, además de constatar el fallecimiento en Vallehermoso de Manuel Magaldo.
Continuando con la búsqueda en el mismo libro parroquial nos hallamos con la siguiente inscripción:
“En veinte del mes de abril de mil ochocientos cuarenta y un años se enterró en esta Parroquia del lugar de Agulo en La Gomera a Josefa María de edad de cuatro años, hija legítima de Manuel Magaldo natural del Puerto de Rivel en el Reyno de Cicilia , y de María Rodríguez natural y ambos vecinos de fueron de este expresado lugar y él difunto en Vallehermoso: lo que está acreditado en la información que obra al folio doscientos treinta y cuatro vto y el que sigue del espediente que sobre igual materia he tomado por comisión del S.S.Y. el Obispo mi Sor la que consta al folio quinto. Cincta, y ocho de este libro en cuya virtud doy asiento a esta partida que firmo en el antedicho lugar de Agulo a cinco de Enero de mil ochocientos cuarenta y ocho años. Juan de Armas Manrique.”
Por consiguiente, esta cuarta hija, Josefa María nació sobre 1837, motivo por el que no figura en los padrones consultados. El registro de estas desgraciadas pérdidas familiares nos da una pequeña idea de la alta mortalidad infantil de la época. Nuevamente nos indican el fallecimiento del progenitor, pero la búsqueda de su partida de defunción hasta el momento ha sido infructuosa, quedando la fecha de su deceso entre 1835 y 1846, como apuntamos anteriormente.
La búsqueda de la defunción de Claudia tampoco arrojó resultado alguno, aunque si analizamos los datos de los padrones, vemos que, en el elaborado en 1846, cuando ella debiera contar unos quince años, no figura como residente en la misma vivienda que su madre y su hermana, lo que añadido a la ausencia de su matrimonio en los registros nos hace pensar también en una muerte prematura.
Siguiendo con la búsqueda de los posibles matrimonios de sus hijas, descubrimos que María, que también aparece apellidada como Magala, enviuda y contrae nuevamente matrimonio el veintinueve de junio de 1850 con Melchor Hernández Pineda, hijo de José Antonio Hernández y de María Pineda, enlace realizado también en la iglesia de San Marcos Evangelista de Agulo. De esta segunda unión, la investigación no ha arrojado ningún dato de descendientes que llegasen a edad adulta.
Del primer enlace entre Francisco Prieto y María Magaldo nació María Prieto Magaldo, quien casó también en la parroquia de Agulo el quince de octubre de 1869 con Luis Escuela Fagundo, hijo de Juan Escuela y de María Antonia Fagundo.
Luis Escuela y María Prieto Magaldo tuvieron la siguiente descendencia:
- Josefa, que nació en 1876, casó el veintidós de enero de 1896 con José Clemente Cabrera.
- Vicente, nacido en 1880 y que casa con Isabel Vera Peña el veintitrés de junio de 1899.
- María Esperanza, nacida en 1886, quien contrajo matrimonio con Aniceto Torres Meneses el nueve de noviembre de 1901.
- Jeremías, nacido en 1892, casa en primeras nupcias con María Concepción Henríquez García el diez de febrero de 1911. Tras enviudar, contrae matrimonio con Julia García Navarro el siete de febrero de 1931.
- Rosendo, casado con Antonia Suárez Meneses el veinticinco de diciembre de 1908.
De los hijos de Luis Escuela y María Magaldo, constan los siguientes descendientes:
Josefa y José tienen a Manuel Clemente Escuela, nacido en 1908 y que casa el veintiséis de julio de 1928 con Fortuna Escuela Vera, nacida en 1906 e hija de Vicente, hermano de Josefa, siendo, por lo tanto, primos hermanos los contrayentes.
María Esperanza y Aniceto:
- Manuel, nacido en 1905 y que contrae matrimonio con Angelina Hernández Barroso el diez de diciembre de 1924.
- Ramona, nacida en 1914, quien casa el diecinueve de marzo de 1934 con José Henríquez García.
Jeremías y María Concepción:
- María, nacida en 1911 y casada el primero de diciembre de 1933 con Manuel Suárez Perdomo.
Como hemos podido comprobar en este pequeño viaje en el tiempo, de las cuatro hijas que tuvo el matrimonio entre Manuel y María, sólo una llegó a edad adulta y contrajo matrimonio, por lo que en la segunda generación el apellido Magaldo dejó de figurar entre los existentes en Agulo, si bien, como hemos podido comprobar, la sangre italiana sigue corriendo por las venas de muchos de sus vecinos y de sus descendientes. Esta pequeña historia no deja de ser un reflejo de una realidad histórica a la que somos ajenos, víctimas del olvido de la tradición oral que conlleva el paso de los años, siglos en este caso. Esto nos puede hacer pensar que no se trata de un caso aislado, lo que no sería una suposición infundada, sino todo lo contrario, la documentación existente, tanto sacramental como de otra índole, nos acerca a la llegada de otros inmigrantes desde la península itálica hasta La Gomera, cuya memoria también fue víctima del lógico olvido, pero que en próximos trabajos traeremos nuevamente a la luz.
No podría terminar sin agradecer a José Javier Hernández Barrenetxea y a María Carrillo de Albornoz Santana por la corrección del presente artículo, así como por su ayuda en la fase de documentación.