La inteligencia artificial ha sido capaz de hacer cosas impresionantes, como traducir idiomas en segundos, ganarle a campeones de ajedrez o recomendar la próxima serie para ver en streaming. Pero si hay algo que todavía le queda grande, es el reto de razonar como lo haría un cerebro humano. Ahí es donde entra en escena una colaboración bastante ambiciosa entre Microsoft y una startup europea llamada Inait.

Ambas compañías se han unido con la idea de desarrollar una IA que calcule rápido o reconozca patrones, pero también que piense, aprenda y se adapte como lo hace un ser vivo.

Una startup con cerebro… literal

Inait no apareció de la nada. Lleva desde 2018 trabajando con una base bastante fuerte; décadas de estudios financiados por el gobierno suizo para entender y replicar cómo funciona el cerebro de los mamíferos. Para ellos, el cerebro no es solo una inspiración, es la única prueba real de inteligencia que tenemos. Así que su objetivo es copiarlo, pero en versión digital.

La alianza con Microsoft viene a sumar potencia tecnológica. Y es que para imitar al cerebro hace falta más que buenas ideas; se necesita una gran infraestructura y un enfoque que combine ciencia, informática y sentido común.

Este tipo de tecnología tiene grandes aplicaciones. Una de las primeras áreas en la que se está probando es el sector financiero. No es casualidad. Aquí, una inteligencia artificial que sepa adaptarse a situaciones nuevas sin necesidad de estar entrenada con millones de datos puede ser decisiva.

En contextos como el de la ruleta online, este tipo de IA sería capaz de interpretar el comportamiento del usuario y ajustar en tiempo real la experiencia, haciéndola más personalizada y dinámica.

IA que aprende del mundo real, no solo de datos

Lo realmente rompedor de esta propuesta es que la IA no tendría que estar alimentada constantemente con miles de ejemplos para funcionar. Su modelo de razonamiento le permitiría aprender de lo que ve en su entorno, incluso si nunca lo ha visto antes. Justo como el cerebro cuando se enfrenta a una situación nueva y saca conclusiones a partir de lo que ya sabe.

Esto podría suponer una revolución en el análisis de riesgos financieros, la gestión de inversiones o incluso en la forma de detectar fraudes. Y todo eso, con menos consumo energético y mayor rapidez. ¿El secreto? No depender tanto del “big data”, sino de una inteligencia que interpreta, aprende y decide.

Algo parecido podría pasar también en los entornos digitales de entretenimiento. Al jugar al casino online, por ejemplo, una IA con este tipo de razonamiento podría ajustar la experiencia según el perfil del jugador y sus decisiones anteriores. No sería una máquina repitiendo fórmulas, sino una que entiende e improvisa.

¿Y si esto fuera solo el principio?

Obviamente, no todo es tan sencillo. Replicar lo que hace el cerebro humano sigue siendo una tarea titánica. Es una máquina biológica perfecta, con miles de millones de neuronas conectadas entre sí, capaz de gestionar emociones, lenguaje, memoria, atención… y mucho más. Pero, según algunos expertos, no estamos tan lejos de lograr una versión funcional de todo eso en una IA.

De hecho, los investigadores detrás del proyecto aseguran que una IA basada en estos principios podría aprender más rápido que los sistemas actuales y, además, gastar menos energía.

Así que sí, el futuro de la inteligencia artificial puede estar más cerca del cerebro humano de lo que se pensaba. Y si este experimento funciona, sectores como las finanzas, la robótica o incluso el entretenimiento online podrían vivir un cambio radical en muy poco tiempo.