Durante estas últimas semanas ha vuelto a poner sobre la mesa la situación de colapso que padece el Puerto de Los Cristianos, en Tenerife, y las consecuencias directas que este problema tiene sobre la conectividad de las islas de El Hierro, La Palma y La Gomera. Esta infraestructura, que comenzó su operatividad en 1974, se ha quedado obsoleta ante el significativo incremento de viajeros que anualmente pasan por ella, con más de 2,2 millones de pasajeros y 500 mil vehículos. Unos datos que evidencian la urgente necesidad de tomar decisiones valientes y consensuadas sobre el presente y el futuro de este puerto, que sigue siendo la principal puerta de entrada y salida para decenas de millas de ciudadanos de estas islas.
Recientemente, el Colegio Oficial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Santa Cruz de Tenerife ha hecho público un informe técnico que recoge de manera rigurosa la situación actual y plantea dos posibles vías de actuación: por un lado, la ampliación del Puerto de Los Cristianos y la mejora de su conexión con la autopista TF-1, y por otro, la construcción de un puerto en Fonsalía, con una dimensión más reducida que el proyecto original, adaptado a las necesidades actuales del tráfico marítimo interinsular.
Este informe ha reabierto el debate, como era de esperar. Se han alzado muchas voces en defensa de una u otra alternativa, cada una desde su perspectiva legítima, pero echo en falta una reflexión más serena, menos condicionada por intereses locales o partidistas, y más centrada en el interés general. Porque no se trata de imponer, sino de construir juntos una solución. Se trata de entender que esto no es solo una cuestión insular o regional, sino una prioridad estratégica para garantizar la cohesión territorial de Canarias.
Los gomeros, herreños y palmeros partimos con una gran desventaja: el tiempo perdido. Llevamos más de dos décadas denunciando esta situación. En mi caso, la he llevado a distintas instituciones y, el pasado mes de febrero, propuse la creación de una Comisión en la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife para que, con criterio técnico, se determine la hoja de ruta a seguir.
Desde La Gomera no hemos estado de brazos cruzados ante un problema que, aunque se materializa en Tenerife, afecta directamente al día a día de quienes dependemos de este puerto para trabajar, estudiar, recibir asistencia sanitaria o simplemente ejercer nuestro derecho a la movilidad. Este no es un problema menor ni puntual: es una cuestión estructural que no admite más demoras.
La respuesta no debe llegar desde la confrontación, ni desde la trinchera política, ni mucho menos desde el inmovilismo. Necesitamos una solución integral, sostenible y consensuada, que combine medidas inmediatas con una visión a largo plazo. En este sentido, defendió la necesidad de poner en marcha actuaciones urgentes en Los Cristianos, como la reordenación del espacio portuario, la mejora de accesos a la TF-1 y una redistribución eficiente del tráfico. Todo ello como parte de una transición hacia la solución definitiva que acuerde la mayoría: ya sea una ampliación del Puerto de Los Cristianos o la construcción de un Fonsalía funcional y proporcionada.
Es hora de que pongamos fin a años de diagnósticos sin tratamientos. La ciudadanía no puede seguir esperando. La conectividad de las Islas Verdes no puede depender de debates eternos ni de decisiones que nunca llegan. Lo que está en juego es la igualdad de oportunidades, la justicia territorial y la cohesión social de Canarias.
Por eso, hoy más que nunca, apelo a la unidad de todas las instituciones, fuerzas políticas, colectivos sociales y ciudadanía. Solo desde el entendimiento, la cooperación y el compromiso común seremos capaces de dar una respuesta a la altura del desafío. Las Islas Verdes lo merecen. Y Canarias también.