Los vecinos de La Gomera, El Hierro y La Graciosa han recuperado pequeñas libertades como la de bañarse en la playa, pescar o sentarse en un restaurante, pero en las tres islas todos los negocios que dependen del turismo siguen al ralentí, cuando no parados, por una realidad que no cambia la fase 2: con puertos y aeropuertos cerrados, no hay clientes.
Las islas menos pobladas de Canarias, entre las tres suman apenas 34.000 de los 2,15 millones de habitantes del archipiélago, han vivido los últimos dos meses una situación sanitaria privilegiada: su doble insularidad, como suelen referirse sus instituciones al hándicap que supone ser la periferia de la periferia, y una buena gestión de sus primeros casos les han preservado de la pandemia.
La Gomera registró el primer positivo de coronavirus de España el 31 de enero con un turista alemán recién llegado, pero aisló rápidamente ese foco y solo ha sufrido siete casos más; El Hierro ha declarado únicamente tres contagios; y La Graciosa puede presumir de que ninguno de sus 737 habitantes (la quinta parte mayores) ha contraído la covid-19, un caso singular dentro de España.
Y nadie ha muerto con coronavirus en ninguna de las tres islas. Por esos datos privilegiados, y por la ventaja del aislamiento, el Ministerio de Sanidad las eligió junto con Formentera, en Baleares, como avanzadilla del desconfinamiento.
Con la llegada de la fase 1, hace quince días, varios comercios se animaron a abrir sus puertas en La Gomera y El Hierro y algunos negocios de hostelería habilitaron terrazas, la única vía posible de atender a sus clientes sin recurrir a un pedido a domicilio. En La Graciosa no abrió entonces ni un restaurante. Sus propietarios se preguntaron para quién, si nadie podía llegar a la isla en el barco desde Lanzarote salvo demostrando causas de fuerza mayor.
El turismo en estas tres pequeñas islas se parece poco al que mueve los grandes núcleos vacacionales de Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, por los que pasaban cada año 15 millones de europeos, pero esta crisis ha demostrado que sus economías son igual de dependientes del visitante exterior.
Y la realidad, en este momento, es que ni los demás canarios pueden ir de visita (y menos de turismo) a La Gomera, El Hierro y La Graciosa, porque tanto en fase 1 como en fase 2 la unidad de confinamiento en los archipiélagos es la isla y porque el tráfico de pasajeros se ha reducido al mínimo, siempre por causas tasadas.
En este momento, solo hay un vuelo diario de acceso a El Hierro (desde Tenerife Norte), mientras que con La Gomera no opera ninguno y su línea marítima con Los Cristianos (Tenerife) está sujeta a fuertes restricciones, lo mismo que el barco a La Graciosa.
En teoría, en esta fase 2 los restaurantes pueden habilitar sus comedores interiores, bajo restricciones; los centros comerciales pueden abrir sus puertas; y los hoteles que habían abierto en la fase 1 ya pueden ofrecer a sus huéspedes el uso de zonas comunes.
Sin turistas, los hoteles y apartamentos siguen sin abrir, sin más clientes que los locales pocos restaurantes más se han animado a abrir sus puertas y ni en La Gomera, ni en El Hierro ni en La Graciosa hay centros comerciales. Así que este lunes, la fase 2 se nota en estas tres islas en algunos pocos detalles.
Entre ellos, pescar. Eso, en Caleta de Sebo, no es algo menor, sino «un gran alivio» para muchos vecinos de una isla muy vinculada desde siempre a la pesca, remarca la concejal del Ayuntamiento de Teguise encargada de los asuntos de La Graciosa, Alicia Páez.
Pero en lo económico, más allá del primer restaurante que se anima a abrir en la isla, El Marinero, con posibilidad de acceder a su interior, otra novedad, ha habido pocos cambios. Las viviendas turísticas, los apartamentos, el resto de la hostelería, las tiendas de recuerdos, el alquiler de bicicletas… todo sigue cerrado. «Aquí todos viven principalmente del turismo y, si no hay visitantes, es lógico que no abran», resume Páez, que no espera que la normalidad vuelva a La Graciosa hasta finales de junio.
Poder bañarte en la playa sin necesidad de justificar que lo haces por deporte ha sido otra novedad, pero la fase 2 se ha estrenado en un día plomizo en La Graciosa. No así en La Gomera.
«La diferencia para mí de la fase 2 es poder bajar al mar con total libertad, nadar y disfrutar un rato de la playa», asegura a Efe Antonio, vecino de Valle Gran Rey, a punto de darse un chapuzón.
Esta fase 2 también llega sobre el papel con menos restricciones para los templos religiosos. Pero muchos se encuentran con que, al tener que mantener todavía las distancias de seguridad entre feligreses, el aforo real en las iglesias es el mismo que en fase 1, explica el cura de la misma localidad gomera, Arturo Hernández.
No obstante, en su parroquia piensan ya en retomar las catequesis y otras actividades que suponen reunir a personas.
En El Hierro, también ha habido pocos cambios este lunes en la actividad económica, por los mismos motivos.
En esta isla, se espera con ansia el día en el que el equipo de “Hierro”, una de las series revelación, regrese para rodar su segunda temporada. En teoría, podría filmar ya, pero sin posibilidad de volar, ni los técnicos ni el reparto de actores que encabezan Candela Peña y Darío Grandinetti pueden desplazarse.
Eso sí, los centros turísticos de la isla, como el Lagartario, el Poblado de Guinea, el centro de interpretación del Árbol Garoé o el Mirador de La Peña han reabierto hoy…, aunque de momento sea con la voluntad de que los herreños conozcan mejor su isla.