Lili Ascanio

Silba el Roque de Agando

a la enlutada Meseta

preguntando por Lilí,

pero Hermigua no contesta.

Emerge el Garajonay,

del abrazo de la brisa,

para responder por señas,

porque silbando no acierta.

Retoma el mensaje el vuelo,

en las alas del alisio,

para que corra la voz,

pero la voz, sorprendida,

quedó parada, está quieta.

Darío empieza el romance.

Suena el tambor de Angelillo.

Las chácaras se levantan.

Isidro intenta silbar,

pero el silbo se le queda

suspendido en su garganta.

Y silban brezos y brisas

para despertar el alba,

los barbuzanos y loros,

los viñátigos, las hayas.

Pero el alba no contesta.

La noche no se levanta.

Y roques en romería,

siguen buscando a Lilí

en arcanos de la danza,

pero ella ya no está allí,

ha cambiado de mudanza.

Sostiene el silbo de El Cedro

y las chácaras del valle:

La Fortaleza es tambor

y Lilí Ascanio es el baile.

Con Los Órganos sin voz,

las palabras sin lugar,

con la rodilla en el agua,

sin naranjas en la mar.

OSWALDO IZQUIERDO DORTA