Rosa Rodríguez .- Canarias7.- La artesanía evoluciona y se adapta a la moda y a los nuevos gustos, pero hay un lugar en Canarias donde el tiempo parece haberse parado porque su alfarería se sigue haciendo con técnicas y materiales ancestrales. Es el pequeño pueblo gomero de El Cercado. Allí cinco familias mantienen viva la tradición locera de la Isla.
Las ollas, tarros de ordeño, bernegales, lebrillos, asaderas, escurridores de papas, braseros, tostadores, carabuchos u orinales que durante siglos fueron parte fundamental del ajuar de cualquier casa gomera han perdido sus usos desde hace años, pero en el pueblo de El Cercado, donde se fabricaban en exclusiva para luego llevarlos a todos los rincones de la Isla, se sigue manteniendo generación tras generación una tradición artesana única.
Allí, las mujeres de apenas cinco familias siguen haciendo con sus manos, como lo hacían sus abuelas, bisabuelas y sus tatarabuelas, piezas de alfarería con una técnica de elaboración idéntica a la de siglos atrás, donde se levantan las piezas sin ayuda de torno ni molde alguno y donde el barro que recogen en la zona se amasa directamente con agua.
El proceso de elaboración es largo. Una vez que se consigue el barro hay que machacarlo bien con una piedra, limpiarlo y ponerlo a remojo en agua. También se usa arena, que igualmente se machaca y se cierne bien antes de mezclarla con el barro. Se amasa con las manos y se forman unas bolas redondas para luego empezar a hacer las piezas que, una vez hecha se tienen que deja reposar por la noche para luego rasparla y pulirla con agua y una piedra de callao. Cuando la pieza está lisa se pinta con almagre (una tierra rojiza) y se vuelve a alisar para luego dejarla secar y por último llevarla al horno.
María Negrín y Carmen Delia Niebla (madre e hija); María Isabel González; Marcela Ramos Negrín, Digna Niebla y Sandra Esther Niebla (madre e hijas); Laura Chinea y Ana Delia Barrera (madre e hija), y María Cirila González y María del Mar Santana (madre e hija) son las últimas loceras de El Cercado y en sus manos está que la tradición alfarera gomera no se pierda. El centro alfarero de ese pueblo de Vallehermoso es el único que existió y existe en la Isla.
Los investigadores nunca han podido concretar el origen de la alfarería que allí se hace, ni siquiera si se ha heredado de los aborígenes, aunque a mediados de los años ochenta, estudiosos entre los que estaban los arqueólogos Juan Francisco Navarro y Julio Cuenca dieron con pruebas de que el primer alfar de El Cercado se fundó en el siglo XIX por un tinerfeño, al que llamaban el Guiero, y por sus hijas, que iban del alfar de Arguayo, en Tenerife.