Guillermo Ascanio Moreno (1907-1941) tuvo la suerte de nacer en una isla que llevaba la revolución en la sangre. Desde 1488, cuando los gomeros se sublevaron ante el poder instaurado por Peraza y su séquito, no han cesado los intentos por rebelarse ante las injusticias. Como el caciquismo sufrido durante su infancia. Y todo ello a sabiendas de que provenía de una familia bien posicionada. Pero la condición nada tiene que ver con el compromiso. Y aquí reside gran parte de su grandeza.
75 años después de que fuese fusilado en el cementerio del Este de Madrid, su nombre aún suena a revolución y a libertad. Y es que cuando uno se enfunda el traje republicano y mira atrás en el tiempo, a aquellas historias de guerrillas en plena Guerra Civil, aún el eco del silbido libertario de Guillermo resuena por tras los montes de su Vallehermoso natal.
No hace falta sino recorrer su casco para que una calle lo recuerde. Y un edificio, la Federación Obrera. No en vano, fue este pueblo aguerrido último bastión que resistió el embate golpista del 36. Calles ajadas por el paso del tiempo y de una contienda que se mantiene intacta en la memoria colectiva. Aquello se llamó ‘El fogueo’. Y fue precisamente el fuego de una bala el que silenció a este Jefe de Batallón en Madrid.
Pero él nunca se puso mordaza. Bien podría haber sido el protagonista de los célebres versos de su paisano –y socialista represaliado- Pedro García Cabrera. En su voz, su isla nunca fue silencio amordazado. Y es que en un tiempo convulso para España como fue la dictadura de Primo de Rivera, su caída y el advenimiento de la Segunda República, le cogió a este aguerrido gomero con el mono de trabajo y un altavoz de protesta. No en vano, con 23 años fundaría las Juventudes Socialistas de La Gomera. Pero esto no sería sino la antesala de un gran proyecto de verdadera progresía como fue la Juventud Gomera, una organización de intelectuales insulares que tendría como órgano de expresión el más revolucionario proyecto de la prensa canaria de su época: El Altavoz.
Su socialismo y compromiso activo político le llevó en primer lugar a coquetear con el anarcosindicalismo de la CNT y a exponer públicamente su admiración por el comunismo en una España que necesitaba creerse a sí misma. Estamos a comienzos de la década de 1930 y a Guillermo Ascanio le afloran las ideas de izquierdas como la lluvia horizontal que cubre la corona de las cumbres de Vallehermoso. De hecho, es en sus continuos viajes a la Isla donde colaboraría de manera activa con la constitución de incipientes células comunistas y en reforzar la presencia de la Federación Obrera. Arduo trabajo para este joven gomero, sin duda.
La vida le llevó a enfrentarse al viaje como sujeto no sólo de estudios sino también de praxis política. Tenerife, Las Palmas, Barcelona o Berlín fueron las escalas en su conocimiento y en su afinamiento político hasta convertirse en un prócer revolucionario. Ahí es nada. Y todo ello teniendo en cuenta su estancia en Alemania, donde vivió en sus propias carnes el auge del nazismo. Suficiente excusa para alertarse del peligro que tenía este extremo para Europa.
A todas estas, Guillermo Ascanio apostaba “por la constitución de un gobierno obrero y campesino canario”. ¡Toda una declaración de intenciones! Y sin embargo, golpe militar el 18 de julio de 1936. Truncadas sus ideas, decidió pasar a la acción. Dejar el altavoz reaccionario a un lado y organizarse para defender la legítima República. Organizado junto a trabajadores, intelectuales y estudiantes isleños, se pone en marcha en septiembre de 1936 el famoso “Batallón Canarias”. Gente aguerrida, defensora de la justicia y la libertad.
Condecorado con la Medalla al Valor de la República el 22 de agosto de 1938, no ceja en su idea de levantar muros contra las ideas opresoras. Encarcelado tras la Guerra Civil fue acusado de dirigir la resistencia al Régimen desde la cárcel. Ni los barrotes pudieron con sus ansias de libertad. Antes de morir, de ver su vida cercenada por la rabia y la venganza, dejó por escrito una última declaración de intenciones: «Soy comunista; he sido jefe de una división; me he opuesto a la entrada de ustedes (franquistas) en Madrid; he luchado contra los casadistas y hasta el último momento de mi vida haré todo lo que pueda contra el fascismo y por la revolución. Ahora, hagan lo que quieran». Y sí, he ahí el epitafio de este gomero revolucionario.
Pablo Jerez Sabater /Profesor de Historia del Arte
EA Pancho Lasso
Fuentes consultadas :Ascanio Gómez, Rubens: Guillermo Ascanio. Un gomero revolucionario. Artículo publicado en la prensa en julio de 2012.
Méndez Ascanio, Eladio [ed]: Guillermo Ascanio. Comandante del Batallón Canarias, 2007