El Salón de Plenos del Ayuntamiento de San Sebastián acogió este sábado 20 de enero la entrega del Premio Méritos Humanos 2018, a título póstumo, a un vecino muy recordado y querido en el municipio como fue Antonio Víctor Suárez Vera. El acto, profundamente emotivo, contó con la presencia de la familia del homenajeado, quien agradeció las muestras de cariño recibidas. Asimismo, asistieron numerosas autoridades políticas y cívico-militares que quisieron asistir también a este sincero reconocimiento.
Para el alcalde de la localidad, Adasat Reyes, se trata de un acto de justicia “para con un vecino a quien le debemos mucho, pero ero sobre todo lo que nos ha enseñado”. En ese sentido, recordó su enorme calidez humana. “Nos enseñó a ser mejores personas, a ser más humildes, a tener los pies en el suelo, a tener empatía con los demás”. “Por todo ello –apuntó-, valga este reconocimiento del pueblo de San Sebastián a quien sin duda ha sido uno de sus hijos más queridos”.
El regidor recordó la trayectoria vital de este vecino nacido en San Sebastián en 1931, quien emigró dos veces a Venezuela y vivió una parte significativa de su vida en Tenerife, aunque tras su jubilación regresó a La Gomera para implicarse de manera significativa en la vida religiosa, social y cultural de la capital, siendo uno de los fundadores de la Cofradía de Nuestra Señora de Guadalupe.
Asimismo, hizo hincapié en su labor como divulgador, ya que el Cabildo Insular le publicó tres obras de temática histórica como fueron ‘Solsticio de verano y muerte de Aguamuje’. ‘Machal. Testimonio de un Monumento’ y su obras más reciente ‘Gara, la hija de Aluce. La Leyenda’. “Alejado de los típicos libros de historia, no eran los datos lo que le interesaban, sino las personas que estaban detrás; ahí se ve su grandeza humana”, recordó el alcalde Adasat Reyes.
Por su parte, y en nombre de la familia del homenajeado, recibió el premio uno de sus hijos, don Lorenzo Suárez Dorta. Durante su intervención, señaló que este reconocimiento “no sólo engrandece la memoria de mi padre sino que también premia toda una vida de amor y trabajo por su pueblo, su gente y, por supuesto, la conservación de unas tradiciones centenarias”.
En este sentido, quiso acercarse a la figura de su progenitor desde su impresión personal y del porqué del amor incondicional de Antonio Víctor por la isla de La Gomera. Así, tras apuntar algunos datos vitales, señaló que “una vez llegada su jubilación, volvió a su pueblo natal donde residió hasta el último día de sus vidas”. Así, se organizó de tal manera que “quiso recopilar todo su intelecto que humildemente brindó por más de veinte años a todos los que quisieron aprovecharlo”.
Por último, quiso recordar sus últimos días en su pueblo, donde se le podía ver siempre caminando por sus calles. O el buen trato recibido en el hospital durante su convalecencia. Pero también su despedida entre multitudes “en su querida iglesia, donde conocía hasta su último rincón, cuadro, altar o tumba”, apuntó Lorenzo Suárez.
Como conclusión, por su parte, el alcalde definió de una manera muy emotiva al homenajeado: “si tuviéramos que ir al diccionario a buscar la definición de humildad seguro que vendría acompañada de una foto de Antonio Víctor”.