Llevo unos días muy contento porque desde finales de la semana pasada conocimos que M. Rajoy iba a ser censurado como presidente del Gobierno español, con el apoyo de 180 diputados y diputadas diversos que tenían claro que había que desalojar al PP de las instituciones del Estado, por corruptos, y a M. Rajoy por mentiroso, lo que era un importante motivo de satisfacción par amplios sectores de la población.
Contrasta la alegría de muchas personas con la catarsis colectiva del PP que despedía a M. Rajoy en mitad de sollozos.
No deja de ser curioso que aquellos que no han soltado ni una sola lágrima por el saqueo de las arcas públicas, por la corrupción, o por los innumerables sufrimientos que han infligido a la población de este país en estos últimos años, lloren porque los hemos echado del gobierno.
Llevamos 7 larguísimos años de sufrimientos, retrocesos y recortes. Desde la inmisericorde reforma laboral que dejó vacíos de contenido los derechos laborales conquistados durante décadas y ha convertido el empleo en precariedad absoluta, hasta la reforma educativa que nos impuso retrocesos como las reválidas, superados hace 50 años por la Ley General de Educación de 1970.
Durante este sexenio nos han recortado las libertades con la aplicación y aprobación de la Ley Mordaza, de funestas consecuencias. Nos han recortado miles de millones de euros en sanidad, en educación, en dependencia; es decir, en nuestros derechos, para entregar ese dinero a los banqueros y a los constructores de autopistas de peaje y aeropuertos que no se usan.
El PP ha estado gobernando para los poderosos, en contra de los intereses de la mayoría social, a la que ha empobrecido, a la que ha sometido al paro y al empleo precario, todo ello adobado con altas dosis de miedo y absoluto control sobre los medios de comunicación públicos, que pagamos con nuestros impuestos, y la connivencia de la mayoría de los medios privados, que controlan aquellos para los que han estado gobernando.
Entre todos, se han repartido el pastel de los presupuestos generales del Estado, que son el fruto de nuestros impuestos.
Entre todos, han malversado una parte importante del dinero público, que, según los jueces, ha servido para que el Partido Popular haya acudido a procesos electorales jugando con ventaja sobre el resto, al disponer de mayores ingresos de procedencia ilegal, o que el propio M. Rajoy haya sido considerado por la Audiencia Nacional, en esta primera sentencia de la Gürtel, como poco creíble en sus declaraciones como testigo ante los propios jueces.
El encarcelamiento del ex ministro Zaplana, unido a la sentencia de la Audiencia Nacional, conformaron la tormenta perfecta para que nadie, excepto los de Rivera y la diputada Oramas de Coalición Canaria, salieran en apoyo del corrupto PP y en contra del resto.
Con todo, una primera señal que nos hace ponernos en alerta es la buena acogida de la señora Botín a las ministras de Economía y Hacienda. Lo que es bueno para el Banco de Santander no puede ser también bueno para la mayoría social empobrecida.
Desde Unidos Podemos hemos mostrado nuestro apoyo a Sánchez desde el primer minuto, sin condiciones. Le hemos sugerido que sería bueno para la estabilidad y la cohesión de un gobierno el que formáramos parte del mismo.
Pero está claro que será Sánchez quien tome las decisiones, esperemos que con un mayor grado de autonomía respecto a quienes deciden de verdad en el PSOE y en el país.
Es urgente que la Radio Televisión Española vuelva a las manos de los profesionales y recupere la función de servicio público.
Es urgente que no se siga aplicando la Ley Mordaza y recuperemos la libertad de expresión.
Es urgente que se constituya una mesa de diálogo permanente entre el gobierno de Sánchez y la Generalitat, y no sean los juzgados en exclusiva los que determinen las relaciones y diriman las diferencias, pues nos jugamos mucho en este proceso.
Es imprescindible intentar que la aplicación de unos presupuestos concebidos como antisociales por el PP, C’s, PNV, CC y NC, que los apoyaron, puedan aplicarse con un sesgo de atender a los derechos de las personas.
Y que la construcción de los Presupuestos para 2019 sea mediante un proceso negociado y consensuado, dirigidos preferentemente a la atención a la dependencia, a las personas pensionistas, a la mejora de la sanidad y la educación. Y fundamentalmente, a acometer, con políticas transversales, el gran problema de nuestra sociedad: la pobreza y la exclusión social.
Es absolutamente imprescindible que avancemos en políticas de igualdad, en romper la actual brecha salarial entre mujeres y hombres. Hay que caminar de verdad, y no con declaraciones altisonantes y minutos de silencio solamente, en la lucha contra la violencia machista.
¿Dicen algunos que no hay programa? Pues las más de cuarenta iniciativas de Ley propuestas en el Parlamento Español y que, una tras otra, han sido rechazas a trámite por esa mayoría de derechas que conforman el PP y los de Rivera, sólo con recuperarlas, darían ya para hacer avances significativos en la vida de la ciudadanía de este país.
No empezamos de cero. Llevamos dos años trabajando duro dentro de las instituciones. Por tanto, basta recuperar las leyes rechazadas y mantener una relación de constante diálogo y consenso para producir en los dos próximos años avances significativos que, además, van a ser percibidos por la sociedad como una vuelta a la tortilla de los recortes, las reformas y los sufrimientos.
Avances que nos van a llevar, además, a que en 2019 ampliemos nuestra presencia en ayuntamientos, cabildos, gobiernos autonómicos y Parlamento Europeo. Y en 2020, ganemos las elecciones generales para la mayoría social.
A los corruptos y a sus apoyos de C’s y de Coalición Canaria hay que mandarlos urgentemente a la oposición, para que no continúen gobernando en contra de los intereses de la mayoría social.
No podemos permitir que las expectativas se defrauden.
Por eso, con mayor ahínco, si cabe, tenemos que seguir en las calles, movilizados.
Porque es la mejor forma para que no se frustren nuestras expectativas y para, en su caso, defender junto a los gobiernos las posibles políticas de progreso que la derecha va a criticar de forma despiadada.